Tomo el picaporte mirando el número de plástico pegado en medio de la puerta.
Espero. Espero que de golpe la puerta se abra y encontrarme con sus ojos celestes cansado por haber dormido una semana. Que salga para decir que está despierto, que todo fue un susto. Espero que el milagro pase y volver al juego de miradas de todos los días.
Pero no sucede.
-Tú puedes Mar-siento la mano de Emiliano en mi hombro y es el impulso que tomo para bajar lentamente el picaporte, tomar aire y terminar de entrar con los ojos cerrados.
Una vez dentro, cierro y apoyo mi frente en la puerta tratando que mi respiración se regularice, escuchando de fondo los pitidos de las máquinas. Cuento hasta 10, pero no sirve, los nervios invaden cada parte de mi cuerpo y no encuentro el valor suficiente para darme vuelta.
Después de contar hasta 100 giro sobre mi eje aún con los ojos cerrados. Muevo mi cabeza hacia la derecha y los abro, me topo con la puerta que calculo, es del baño, y justo al marco de ésta una mesa con muchas flores para terminar en un sillón para las visitas. Vuelvo a cerrar los ojos y giro rápidamente mi cabeza hacia la izquierda, esta vez me toca observar un armario y a su lado un enorme ventanal donde se puede apreciar el patio de juegos del hospital.
Ya no me quedan lados que ver. Enfrento la realidad al dirigir mi vista hacia al centro. La cama con sábanas celeste deja ver el volumen de un cuerpo que se encuentra en un sueño profundo. Viste un pijama de cars y eso hace que brote una sonrisa ante la ternura de su vestimenta, a la distancia noto su brazo derecho enyesado, su muñeca izquierda vendada, como una especie de curita se hace presente en su ceja. La verdad que, aunque se encuentre inconsciente, agradezco al cielo que el accidente no haya llevado a daños más graves.
Refriego mi cara con las manos para terminar con masajes en mi nuca.
Me está costando más de lo que imaginé poder asimilar esta escena. Pero ya estoy aquí, al frente de aquel príncipe que sólo veía de lejos.
-Hola-trago fuerte para bajar la bola que se me formó en la garganta-hola chiqui baby, que locura ¿no?- sonrío acercándome a la cama, puedo sentir como mis pasos se hacen mas pesados a medida que avanzo-siempre imaginé decirte así en la facultad, pero no tuve el valor suficiente. También imaginé estar sentada al lado de tu cama dándote las buenas noches con un beso acompañándolo, pero la situación es completamente distinta. No estas consciente de lo que te digo, o al menos eso dicen los médicos-limpio la lágrima que empieza a caer, lo cual no sirve de nada porque a ésta la acompaña otra, otra y así continúan bajando de manera silenciosa- tengo la esperanza que me estés escuchando, que entiendas lo que digo, lo que significas para mi y como lo que estas pasando me afecta tanto que desearía mil veces estar en tu lugar. No sé la razón por la que saliste huyendo hace una semana, no me importa saberla; ya no aguanto más. Tengo que decirte cosas importantes, traducir mis sentimientos, ya lo he hecho escribiendo pero quiero tener el valor de decirlo en voz alta.
Termino la distancia que falta hasta la camilla y me siento al lado, justo cerca del aparato que hace muchos dibujos del pulso, latidos y toda la información que las enfermeras se fijan constantemente. De cerca puedo ver cuan perfecto es su rostro a pesar de aquellos moretones que empiezan a desaparecer.
Embobada me quedo con aquellas pestañas doradas que parecen olas de lo rizadas que están, como su perfecta nariz triangular para terminar con aquellos labios carnosos que alguna vez he soñado y su mandíbula bien definida. Para mí es la persona más bella del mundo, es imposible verle algún defecto, es muy cierto que cuando te enamoras te vuelves ciego, puesto que esa persona te encandila con solo mirarla y sólo te baste el sentir; y es por eso que de mi corazón salen las siguientes palabras, los latidos van creando mi declaración sin ser filtrada por el cerebro, por la razón; los sentimientos dominan y de mis cuerdas vocales fluye la melodía de mi corazón.
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Miradas
RomanceA veces las miradas dicen más que todas las palabras de amor del mundo. Así se comunicaban. Con miradas. No se conocían. No sabían el nombre del otro. No sabían sus edades. Nunca hablaron. Solo las miradas, el contacto visual que hacían los ojos mar...