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Un chupito

Dos chupitos

Tres chupitos...

Y así hasta perder la cuenta.

Me echaron del bar por hacer disturbios.

No recuerdo que hice.

No sé cómo regresé a mi casa.

Lo que sí sé es que tengo una resaca de mi santa madre.

El sol que se cuela por mi ventana cae sobre mis parpados  haciendo que pestañee poco a poco hasta lograr abrirlos.

Mi cuerpo no responde.  Cada parte de él llora cuando intento moverlo.

Me percato que estoy con los mismos Jean y la camisa azul de ayer.

Pero esto no es culpa mía.

Es tuya. Maldita traidora.

NO.

La culpa es de ustedes. Mujeres.

Nunca más volveré a enamorarme. Desde ahora mi corazón queda protegido tras una barrera de hielo.

Así que chiquilla...olvídate de mi. No tienes oportunidad.

Como también ustedes, no esperen que vuelva a escribir.

Son todas iguales.



Pero el detalle que Mauricio ha pasado por alto es que el hielo se derrite cuando el sol aparece.

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