Suegro

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En silencio entró al estudio y dejó todas aquellas carpetas sobre la mesa, se giró para ver a su jefe trabajando de pie frente a su pantalla totalmente ajeno a ella.


- ¿Señor? - preguntó con cierta timidez.


El diseñador apartó su vista de la pantalla para ver con su habitual seriedad a su asistente. Como casi siempre Nathalie contuvo por milésimas la respiración ante la penetrante mirada de su jefe.


- Aquí están los expedientes que encargó. - señalaba las carpetas sobre la mesa.


- ¿Están todas? - preguntó autoritario.


- Si. - respondió con prontitud.


- ¿Del trabajo? - volvió a preguntar suspicaz.


- Si.


- ¿Del colegio?.


- Si.


- ¿Sus amistades más cercanas?.


- Si señor, están todas aquí. - respondió con seguridad queriendo dar fin al interrogatorio.


- Muy bien. - sin decir nada más regreso a su trabajo.


Nathalie se acomodó los lentes y al igual que había entrado salió del estudio en completo silencio.


Un rato después el diseñador estaba junto a la mesa frente aquellas carpetas previamente clasificadas por colores por su asistente.


Tomó la carpeta de más arriba y lo primero que hizo fue mirar con detalle la fotografía que ahí estaba, frunciendo ligeramente el ceño comenzó a leer el informe.


No muy convencido con el expediente lo aparto hacía la izquierda, tomó la siguiente carpeta y al igual que con la anterior lo primero fue fijarse en la fotografía, en una primera impresión pareciera que le agradaba la imagen pero según fue avanzando en la lectura un gesto de reprobación se mostró en su rostro dejando de mala manera la carpeta a su izquierda justo sobre la anterior.


Después de un rato revisando los expedientes por fin su cara mostraba una expresión de complacencia, cerró aquella carpeta azul y la dejó a su derecha y continuó revisando el resto de los informes.


Casi dos horas le había llevado revisar toda aquella información, ahora estaba de pie con ambas manos apoyadas en la mesa y totalmente ausente en sus pensamientos.


A su izquierda había una pequeña columna de carpetas mientras que a su derecha solo tres habían pasado su juicioso filtro, dos azules y una roja.


El era una persona sumamente metódica, perfeccionista, intransigente ante lo superficial, alguien que siempre buscaba la perfección en todo lo que le concernía.


De un tiempo a la fecha había notado como su hijo, aun discreto, miraba con otro interés a las jovencitas, había escuchado sus suspiros y había sabido de sus inapetencias y rebeldías, todas eran señales inequívocas de que cualquier día Adrien se plantaría frente a él con una chica de la mano.


De ahí la petición a su asistente de que recopilara toda la información posible, incluida una foto, de todas aquellas chicas con las que su hijo se relacionaba. Era sabido de que entre todas esas jovencitas saldría ella. Así que no estaba de más que él de manera sutil diera su opinión sobre las que le parecerían las más adecuadas y ahora tenía tres encantadoras señoritas en su particular lista.


Si como padre tenía a un hijo perfecto como suegro ya sabía lo que esperaba de ella.

FIN

Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora