Paternidad

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Recostada sobre las mullidas almohadas de su cama leía las últimas páginas de la romántica historia de aquel libro que tanta compañía le había hecho durante ese inusual y caluroso verano.


Aunque recibía todas las atenciones y cariño de su esposo, ella quería más. Tal vez fueran los cambios que llevaba un tiempo experimentado o a que se sentía sola en esa tumultuosa ciudad. El caso es que necesitaba estar más cerca de su marido y él aun sin perder esmero en ella y en sus peticiones se perdía en su nuevo proyecto, uno que acababa de comenzar hacía unos pocos meses y que lo tenía completamente absorto.


Agradecía que hubiera podido robarle un poco de tiempo a su trabajo y así escaparse aunque fuera por pocos días a ese acogedor pueblo frente a la costa azul. Dejando escapar un suave suspiro recordaba las largas tardes que pasaba apoyada contra el pecho de él, sentados los dos en el suelo de la terraza, viendo desde ahí el cambio de tonos sobre el mediterráneo conforme el sol se acercaba a su ocaso, mientras Gabriel le leía algún capitulo de su libro. Ahora era una sonrisa la que enlucía sus labios cuando pensaba lo poco que le gustaban esas novelas rosas a su marido y él sin embargo se las leía sin rechistar.


Cada mañana salían tomados de la mano, como la joven pareja de enamorados que eran, a caminar por las estrechas calles buscando la terraza de algún café que estuviera frente al mar para compartir un ligero desayuno. Disfrutaba las horas en la playa que sentados en una manta sobre la blanca arena él le contaba con entusiasmo sobre sus planes y donde se veían dentro de unos años, mientras jugaba con su rubia melena, dibujando caracoles en ella.


Pero lo mejor era al llegar la noche cuando él se arrodillaba junto a ella y acariciaba cariñosamente su abultado vientre, donde custodiaba al fruto de su amor. Con suaves palabras le hablaba a ese pequeño, contándole cuanto lo querían y lo ansiosos que estaban por tenerlo ya en sus brazos.


Un brillo acuoso apareció en su verdes ojos al pensar en cuanto los amaba a ella y al pequeño que pronto nacería. Miró su reloj y era algo más tarde de las once de la noche, un adorable mohín se dibujo en sus labios. De nuevo ese sentimiento de querer tener cerca a su marido se hacía presente, se sentía mimosa y lo necesitaba a su lado, así que dejando el libro en la mesilla de noche se levantó con cuidado de la cama, tomando su bata salió de la habitación y cruzó el salón de su modesta casa. Abrió despacio la puerta del improvisado atelier y abriendo de más los ojos pudo ver parte del trabajo de su marido.


Sobre su mesa de trabajo estaban patrones cortados y parte de los diseños terminados del nuevo proyecto de su marido. Tomó uno y lo levanto a la altura de sus ojos, sonreía feliz al ver la hermosa prenda para bebe en tono celeste, sin soltarla veía todo lo que su marido había hecho esos meses en cuanto recibió la noticia de que sería padre. Estaba eufórico ante la idea de tener un hijo y así se lo había demostrado desde el primer momento.


Estaba tan ensimismado en su diseño que no se percato de la presencia de su mujer hasta que notó como sus finos brazos lo envolvían desde atrás.


- Ya es muy tarde amor y te extrañamos. - susurró a su oído.


Esbozando una sonrisa se puso de pie y abrazó a su mujer para después dejar un cariñoso beso en sus labios, se inclinó un poco para depositar otro tierno beso en el vientre de ella.


Si alguien conocía a Gabriel Agreste sabría que si había algo que él más amaba en el mundo era a su familia y su próxima paternidad era el broche perfecto a su felicidad.


FIN

Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora