Amor

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Como cada día veía con melancolía el cuadro donde con exquisito gusto se había plasmado la imagen de su familia. En él su mujer aparecía sentada mostrando así su cándida belleza y de pie a su lado estaba su hijo dejando entrever una cálida sonrisa y sosteniendo la mano de su madre.


Dos años habían pasado desde que se pintara ese cuadro, sin poder contenerlo un profundo suspiro salió de su labios. Si Emilie estuviera en ese momento con ellos estaría orgullosa del joven en el que se había convertido su hijo. Lleno de vanidad su pecho se hinchó al pensar en cómo se parecía a él en su carácter, siempre serio e inmutable, atento a todo y metódico en el detalle.


Su hijo era una clara muestra de la perfección, su sobria presencia sobresalía en cualquier lugar, su exquisito trato encandilaba en cualquier ambiente y su encantador atractivo, bien heredado de su madre, era motivo de muchas miradas furtivas ahí por donde pasaba. En definitiva tenia la prestancia Agreste.


Según bajaba las escaleras pensaba con cariño en las divertidas peleas que habían mantenido Emilie y él por elegir el nombre de su hijo y por una única vez él había sido el ganador de aquellos debates.


Félix, era el nombre que había elegido, aun sin ponerle cara a su hijo no se lo imaginaba con otro nombre que no fuera ese. Tenía impacto, denotaba fuerza y convicción, transmitía confianza, era sencillamente perfecto. Además no se prestaba para cursis diminutivos y abreviaturas, siempre sería Félix.


Al llegar al piso de abajo se extrañó de escuchar voces en el salón, en silencio se encaminó hacia él. Asomándose por la puerta pudo ver a su hijo sentado en el sofá leyendo un libro y a su lado sentada sobre sus rodillas con la mirada fija sobre él...ella.


La pizpireta jovencita que hacía unos tres meses había irrumpido como una estampida en su estudio. Aun hoy le causaba gracia la atrabancada intromisión de la que era la novia de su hijo.


Resoplando por la nariz cerró el libro - Bridgette no puedo concentrarme en mi lectura si estas mirándome así todo el tiempo. - manteniendo la vista sobre la cubierta del libro se dirigía a la azabache.


- Aun no has contestado a mi pregunta. - replicó haciendo un adorable mohín con los labios.


Félix cerró los ojos e inclinó ligeramente la cabeza sosteniendo entre sus dedos el puente de la nariz, reconocía que adoraba con locura a su chica pero era demasiado intensa e impaciente con las ideas que se le metían en la cabeza.


Se estremeció al sentir un peso sobre él, abrió los ojos de inmediato y se encontró frente a frente con unos hermosos ojos azules que lo miraban alegres, la azabache apoyándose en los hombros del rubio se había sentado a horcajadas sobre su regazo.


- ¡Bri...Bridgette, que haces! - exclamó nervioso.


Los ojos de Gabriel se abrieron de más ante el ágil movimiento de la jovencita.


- Quiero que me mires y desde que he llegado solo has tenido ojos para este libro. - reclamó enfadada - así que dime ¿ya le has preguntado a tu padre?.


- No, aun no he podido hablar con él. - respondía con su habitual seriedad.


- Pero amor, me dijiste que se lo preguntarías hoy, no quiero ir al concierto sin ti. Allegra ya tiene todas las entradas. - un nuevo mohín se dibujo en su cara que desarmó por completo al rubio.


Gabriel miraba atónito la escena. ¿Amor?, su hijo se llamaba Félix, ¿acaso la chica no podía llamarlo por su nombre?, tanto elegir el nombre perfecto para su heredero para que la jovencita lo llame amor.


- Te prometo que hoy hablare con él y haré todo lo posible por ir. - le devolvió una franca sonrisa a su chica.


- ¡iiiih!, gracias amor. Sé que te dejara ir. - feliz se acercó a él para dejar un rápido beso en sus labios.


Gabriel mantenía el ceño fruncido, lo había vuelto a llamar amor, ¿acaso se olvidó que se llama Félix?.


- Me tengo que ir, he quedado en ayudar a mis tíos. - dijo poniéndose de pie.


- Te acompaño a la puerta. - tomando a su novia por la cintura salieron del salón.


-Ejem, ejem. - ambos jóvenes se giraron al escuchar el carraspeo a sus espaldas.


- Pa...padre - Félix se sorprendió de ver ahí a su progenitor.


- Buenas tardes señor Agreste. - saludo risueña, sorprendiendo una vez más al diseñador se acercó a él y planto sendos besos en sus mejillas.


Gabriel recuperando su postura, se dirigió a Bridgette - Señorita, no sé si sabe que mi hijo se llama Félix. - le hizo ver lo evidente tratando de ser sutil en su mensaje.


- Oh, sí lo sé y me encanta su nombre, ¿verdad amor? - inquirió hacía su novio.


Gabriel abrió de mas lo ojos ante la respuesta, ¿acaso ella no se percataba de lo que quería decir?


Antes de que el diseñador pudiera pronunciar palabra alguna la azabache se le adelantó.


- Es muy tarde y mis tíos me esperan, me alegró verlo señor Agreste. - se giró hacia su novio y tomándolo por los hombros se puso de puntillas para darle un corto beso en los labios sin ningún tipo de reparo porque estuviera ahí Gabriel.


- Te llamó luego, te quiero...amor. - con una gran sonrisa salió de la casa dejando en silencio a los dos varones.


- ¿Creo que tienes algo que decirme? - miró suspicaz a su hijo.


- Si...si padre. - sin ocultar sus nervios respondió.


- Pues bien, pasa a mi estudio...amor. - enfatizando la última palabra ante la idea de una batalla perdida con la azabache entró a su estudio.


Félix solo lo siguió en silencio, extrañado y ruborizado.

FIN


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N/A


Se ha hecho referencia al capítulo "Exigencia".

Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora