Nooroo

164 19 15
                                    


Solo como tanta veces había estado flotaba entre la oscuridad de aquella buhardilla abovedada, se movía atraído por aquel delgado hilo de claridad que con dificultad se colaba entre las pesadas cortinas de acero que bloqueaban el gran óculo. Durante tanto tiempo fue la única muestra de que aun había un mundo fuera de aquellas penumbras.


Necesitó miles de años para conocer a cientos de portadores pero no le alcanzaría una vida para comprender a Gabriel Agreste, era un hombre hecho a sí mismo que lo tenía todo y sin embargo sus manos estaban vacías, si algo tenía su oscuro portador era el hermetismo conque trataba su vida y la de los suyos, cayendo en un deprimente ostracismo social.


Lo tenía todo para haber sido un digno portador de un prodigio, sobre todo decisión y determinación y un largo etcétera que separa a la gente común de los héroes. Pero los destinados a ser héroes tan bien caen, se equivocan como el que mas y Gabriel sucumbió ante el peso del dolor, fue la ofuscación de la perdida lo que lo cegó haciendo que se perdiera en un oscuro laberinto de necesidades inconclusas.


Por primera vez en su larga existencia se había convertido en el compañero del villano, era doloroso el terrible conflicto en el que vivía cada día donde su naturaleza noble se veía devastada por la vileza de sus actos. El era la esencia del mal que acechaba a los inocentes ciudadanos de Paris, sin él no existiría Hawk Moth.


Y a pesar de todo no sentía ningún tipo de rencor hacia él. El poder ser parte de su identidad le había permitido ver en lo más adentro de su ser y había encontrado que no era una persona que se rigiera por la maldad, había amado como el que más, aun mantenía vivas las ilusiones sin cumplir, había llorado ante el miedo de perderse en aquello que estaba levantando a costa del dolor de los demás.


Aquel día más allá de sentir alivio, sufrió por él...sufrió con él. El siempre altivo, orgulloso, majestuoso ante su destino y en un segundo ya no era ni el recuerdo de todo aquello. Estaba abatido, desolado y avergonzado, la sola idea de que estuvo a punto de perderla lo había doblegado. El gran hombre se había postrado ante sus enemigos por amor, por conservarla fuera como fuera a su lado.


El destino gustaba de tender sus hilos de forma caprichosa y poner pruebas a los pobres humanos que sin saberlo se movían a su compas. La familia Agreste había sido una cruel diversión donde alguien tal vez se divirtió pero donde muchos otros derramaron una lagrima de esperanza.


Dejando de lado aquellos recuerdos flotó hasta el centro de la habitación donde siguió el camino que se abría a través de la trampilla. Entrecerró los ojos al verse golpeado por toda aquella claridad que entraba por las altas ventanas de aquella habitación, le gustaba la sensación cálida del sol sobre su pequeño cuerpo, lo hacía sentirse libre.


- Ya estás aquí, perfecto. - sonó la animada voz a su espalda.


- Hola Gabriel. - respondió mostrando una sincera sonrisa.


Aquel día muchas cosas cambiaron para bien, él permaneció a su lado pero ahora ya no eran más un kwami y su portador, ahora eran amigos.

FIN

Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora