Pasatiempo

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El débil cuchicheo de unas voces infantiles lo distrajo de su labor, sin apenas moverse de su posición frente a su pantalla de trabajo miró por encima de sus lentes para ver como la puerta de su estudio se abría muy lentamente.


- Shhhh, no hablen que nos va a oír. - escuchó decir en un suave murmullo.


Por la abertura de la puerta alcanzaba a ver como se asomaba tímidamente una cabellera rubia a la vez que unos vivaces ojos azules escudriñaban la estancia como buscando algo en concreto, los dos pequeños zafiros se posaron de inmediato sobre su mesa de trabajo y una alegre sonrisa se dibujo en sus labios.


La puerta se abrió un poco más dando paso a la procesión de tres pequeños niños encabezada por una hermosa niña de unos ocho años. Desde su elevada posición y estando seguro que no se habían percatado de su presencia veía divertido la curiosa situación.


Al llegar a la mesa de trabajo la líder de ese peculiar grupo se puso de puntillas para tratar de alcanzar un lápiz de color azul, le faltaba un par de centímetros para alcanzarlo con la punta de sus dedos, dio un pequeño salto para tratar de tomarlo y cuando pensó que lo había conseguido cual fue su sorpresa al no encontrar nada.


- Ejem, ejem - se escuchó el grave carraspeo a su espalda, apretando sus labios y entrecerrando los ojos se dio cuenta de que la habían descubierto.


Al girarse veía como sus hermanos miraban con toda tranquilidad hacia arriba - Traidores - murmuró entre dientes. Levantó la vista para ver la cara sería de su abuelo mientras este le mostraba en su mano el lápiz de color azul.


- ¿Era esto lo que buscabas? - dijo la ronca voz del adulto.


Ella apretó nerviosa contra su pecho su block rosa con puntos blancos y afirmó con un titubeante movimiento de cabeza. En su infantil imaginación pensaba aprensiva en lo que dirían sus padres que ya le habían avisado que no molestara a su abuelo cuando este trabajaba, ya de por si no tenía mucho contacto con ese hombre que se pasaba la mitad de su tiempo en ese estudio y el resto viajando.


Gabriel miró con curiosidad el objeto que sostenía con tanta fuerza su nieta.


- ¿Que tienes ahí? - inquirió con tono más suave.


- ¿Esto? - preguntó extrañada mostrándole su block.


El diseñador solo asintió con un ademan de su cabeza.


- Es mi block de dibujo. -respondió con orgullo infantil - Me lo regaló papá, dice que es igual al que usaba mamá cuando se conocieron.


- Ya veo y querías el lápiz para dibujar en él, ¿cierto?.


- Si, porque Hugo y Louis estaban jugando con mi caja de colores y perdieron el azul. - se apresuró a decir mostrando un mohín con los labios, como si esa simple confesión pudiera disculparla de haber entrado al estudio.


Gabriel tuvo que contener la risa al ver como su nieta graciosamente delataba a sus hermanos. Viendo a los tres ahí frente a él recordaba cuando Adrien tenía su edad y como él siempre buscaba tiempo para disfrutar de su familia, a la vez regresaban con cierta amargura las imágenes de cuando su mujer falto de sus vidas y de como él quiso cubrir su frustración y dolor encerrándose en su trabajo, olvidándose egoístamente de su hijo. Supliendo su ausencia y falta de afecto con objetos materiales.


Sin notarlo un brillo acuoso se formó en sus ojos, guiado por los sentimientos que en ese momento emergían de su pasado.


- ¿Estas bien abuelo? - inquirió con tono dulce la pequeña Emma.


Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora