Exigencia

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Era poco habitual en él ese estado de nerviosismo, se movía de un lado a otro frente a la puerta del estudio de su padre, no sabía cómo abordar lo que le tenía que decir. Inhalando profundamente se decidió a entrar, levantó la mano para golpear la puerta cuando de pronto esta se abrió, viendo ahora frente a él el rostro serio de su padre.


- ¿Félix?, ¿que haces aquí, no deberías haber salido ya hacia el colegio?. - preguntó extrañado el diseñador y manteniendo su tono severo.


- Si, - murmulló aún indeciso - yo...padre... - farfullaba las palabras ante la mirada inquisitiva de Gabriel - quisiera hablar contigo esta tarde.


Era increíble que su propio hijo tuviera que pedir "audiencia" con él, pero era una más de sus tantas exigencias, su agenda era tan absorbente que hasta él tenía que avisarle con antelación cuando necesitaba hablar con él.


- ¿Está tarde?, - inquirió, meditando la petición de su hijo - lo siento pero no podrá ser, ya tengo comprometidas todas las horas. - dijo ante el gesto contrariado de Félix.


- Pe...pero es importante... para mí. - volvió a insistir aun titubeante.


El diseñador lo miró con cierta suspicacia, su hijo mejor que nadie sabía cuáles eran sus normas, todo a su alrededor se debía regir con una milimétrica exigencia del orden.


- Muy bien, a las cinco en mi estudio. - sopesando la situación y haciendo una excepción el diseñador acabo cediendo ante la petición de su hijo.


Félix aun dudoso pero más relajado veía como su padre volvía a entrar a su estudio.


Era la hora del receso en el colegio Françoise Dupont y una pareja conversaba en una banca lo más alejada posible del resto de los estudiantes, buscando un poco de privacidad.


- ¿Has entendido bien todo lo que te he explicado? - preguntaba Félix aun no muy convencido.


- Te he dicho que sí. - respondía ya cansada la azabache - Que debemos ser puntuales, si decido usar una falda esta debe ser ligeramente por debajo de la rodilla, esperar hasta que me presentes y que sea él quien me salude primero, no hacer comentarios sobre sus diseños. - repetía las reglas contándolas con ayuda de sus dedos frente a él - Tú padre es bastante exigente, ¿no te parece?.


Félix solo giró los ojos ante la afirmación de Bridgette y eso que ella solo había escuchado una pequeña parte de la larga lista de exigencias de su padre.


Faltaban cinco minutos para las cinco y Félix había llegado a su casa acompañado de Bridgette. Ella se había decidido por usar un vestido azul celeste sin mangas y ligeramente por debajo de la rodilla, tal como se le había indicado, completaba el conjunto con una sencilla chaqueta de punto en tono beige.


Al entrar miraba sorprendida el espacioso hall, era la primera vez que visitaba la mansión Agreste y estaba fascinada con cada detalle de la decoración.


- Espérame aquí. - dijo Félix al llegar frente a la puerta del estudio de su padre.


Bridgette solo asintió con la cabeza, extrañada de ver tan tenso al rubio, era la primera vez que lo veía así.


Toc, toc, toc - sonó el suave golpeteo en la puerta.


- Adelante. - se escuchó la grave voz al otro lado la puerta.


Félix soltó el aire contenido y ofreciéndole una forzada sonrisa a la azabache entró al estudio, sin percatarse de que la puerta no se había cerrado del todo.


- Se breve Félix. - fue el recibimiento de Gabriel.


El rubio pasó con dificultad la saliva y mientras buscaba las palabras correctas apretaba los puños nervioso.


- ¿Y bien? - volvió a apremiar el diseñador ante el mutismo de su hijo.


- Yo...yo - volvía a balbucear como en la mañana, era algo tan sencillo de decir pero a la vez tan difícil al tener que contradecir una de las exigencias de su padre.


- ¿Félix? - inquirió algo molesto ante la indecisión del joven Agreste.


Bridgette quien lo estaba viendo todo se le comprimía el pecho por lo mal que lo estaba pasando el rubio. Se mordía el labio ansiosa por ayudarlo.


Como si de un vendaval se tratase la puerta del estudio se abrió de par en par dejando pasar a ese pequeño huracán azabache, la grácil figura de Bridgette se acercó con decisión a Gabriel.


- Hola, soy Bridgette la novia de su hijo. - dijo con gracia y desparpajo para después plantar sendos besos en las mejillas del sorprendido diseñador.


Félix solo podía ver con ojos desorbitados aquella escena, aunque la acción de la azabache rompía cualquier protocolo de Gabriel a este no parecía molestarle.


- ¡Oh Dios!, ¿es para su nueva temporada? - exclamó, acercándose a las prendas que se exhibían en los maniquíes.


- A este yo le ceñiría mas la parte baja y cambiaria el cuello por uno tipo mao. - opinó con convicción.


Félix estaba incrédulo ante el gesto de ¿complacencia? de su padre. Quién sabe, si él había claudicado era cuestión de tiempo que su padre se olvidara de todas sus exigencias ante su encantadora novia.

FIN

Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora