Inspiración

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Borraba y trazaba, borraba y trazaba, así había sido la mañana en su estudio. Aquel diseño lo estaba desquiciando, cada vez que creía haber encontrado las formas correctas siempre aparecía algo que no le gustaba, ya cansado dejó el lápiz sobre la mesa de trabajo y se levantó a por un vaso de refrescante agua.


Pareciera como si aquel día su inspiración se hubiera vuelto taciturna, tímida al expresarse. Una infantil sonrisa apareció un sus labios al recordar sus primeros años como diseñador, reconocía que tenía talento pero era siempre una lucha terminar cualquier diseño, tal pareciera que la poca inspiración que tanto le costaba llamar lo abandonara al final.


Era un continuo suplicio cada nuevo proyecto en el que empezaba siempre con renovado entusiasmo pero según avanzaba se repetía la misma historia, su musa con un candoroso beso en la frente le decía adiós.


No obstante suplía la ausencia de inspiración con esfuerzo, cuantas veces vio amanecer desde la ventana de su taller, largas noches a la luz de las bombillas estrujando su ingenio para terminar un trabajo.


Pero un día todo cambio, su lápiz se movía con soltura sobre el papel creando un diseño tras otro, parecía que el dique que obstruía el canal de su creatividad había por fin reventado dejando fluir libre a su inspiración. No había día que no tuviera sobre su mesa dos nuevos bocetos y en su cabeza ciento de ideas en constante ebullición luchando por salir y mostrarse al mundo.


¿Suerte?...no... era inspiración, inspiración que había llegado de la mano de ella. Desde el día que la conoció supo que Emilie sería su musa, toda ella desbordaba lira, era un soplo de aire fresco a su paupérrima creatividad de los últimos tiempos.


En ella se conjugaba un abanico de emociones y horizontes como nunca antes había encontrado, su vena creativa palpitaba con fuerza al verla. A su lado encontraba en el brillo de sus verdes ojos la temprana primavera que con medida pausa florecía sobre el verde prado a los pies del Wilder Kaiser. La imagen del verano se suavizaba ante la frescura de su sonrisa que infinita se dibujaba con gracia sobre sus bien delineados labios. Los vivos colores ocres del otoño se reflejaban en su cándida personalidad donde siempre encontraba un aliciente para amarla más. Y el calor de sus caricias le remembraba el invierno, disfrutado frente a una chimenea en compañía de los seres queridos.


No había lugar a cuestión, Emilie era su única fuente de inspiración, aquella que convertía lo meramente mundano en una obra esculpida por ángeles.


...Pero un día su inspiración dejo de mostrarse, ¿como?, ¿por qué?, eso daba igual lo realmente importante era que ella ya no estaba más a su lado. En su lugar solo había abandono y desesperación, arduas y cansadas luchas que al final dejaron a la luz lo evidente, los secretos revelados para concluir con..... pero esa era otra historia.


Toc, toc, toc - lo suaves golpes en la puerta lo apartaron de sus pensamientos trayéndolo de nuevo al presente.


- Adelante. - dijo con su habitual seriedad.


- Han llegado. - con la diligencia de siempre Nathalie se asomó por la puerta informándole a su jefe que sus visitas estaban ahí.


- Perfecto. - murmuró.


Al salir del estudio no pudo contener la sonrisa de felicidad al ver a su Emilie abrazada por sus tres nietos mientras Marinette y Adrien la veían alegres tomados de la mano.


Gabriel no era diferente a cualquier otro hombre dedicado a la moda, pero era en su familia donde afloraba su mejor inspiración.

FIN

Junio con GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora