Enamorada de un Idol...?!

Capítulo 1. El Idol

Mi nombre es Yui, tengo una vida normal y aburrida, tanto así que no tendría casi nada que contar, porque lo más arriesgado que hice fue mezclar papas fritas con helado... lo sé, eso no es nada... pero por alguna razón, desde el primer minuto que me desperté, tuve la corazonada de que este día sería diferente a los demás... pero no le di importancia.

Cuando llegué a la escuela, me di cuenta de que todo el mundo se la pasaba hablando más de lo normal. Me pregunto, ¿por qué? En ese momento apareció Miki, ella era mi mejor amiga y la única que tenía:

—¡Holiiis, Yui! —dijo saltando.

—¡Hola, Miki!

—¿Ya sabes de la noticia?

—¿Eeeeh? ¿Qué noticia?

—¡Un idol va a estudiar aquí!

—¿Qué? ¿En serio...? ¡Kya!... No me interesa.

En ese momento se estacionó un auto muy lujoso y de ahí salió un chico muy simpático, pero al instante me di cuenta de que era el típico chico narcisista que no paraba de mirarse al espejo, así que me volteé para no verlo y me dirigí al aula.

—Ese chico no es más que un idiota —dije mientras me sentaba en mi asiento.

—Huum, a mí me parece lindo —dice Miki.

—Ja, si no es nada más que el típico egocéntrico... tonto idol.

En ese momento me di cuenta de que alguien se encontraba detrás mío. Creo que era ese chico, apuesto que escuchó todo lo que dije. Al darme la vuelta, en vez de mostrarme una cara de indignación, se rió de mí... ugggh.

Luego, el profesor llegó y lo presentó a todo el curso. Al parecer, su nombre era Toma. Para mi mala suerte, le asignó el asiento que se encontraba a mi lado:

—Hola, al parecer me sentaré a tu lado, ¿cómo te llamas?

—¿Por qué debería darte mi nombre? —dije molesta.

—Porque me pareces muy linda, dulzura —dijo mientras se acercaba.

—¿Acaso eres un idiota? ¡No te me acerques!

—Fue una broma —dice riendo—, sólo quería que me pases mi borrador que está bajo tu asiento.

En ese instante, el profesor se percata de que nosotros estábamos hablando:

—Señorita Yui, como se lleva bien con el nuevo alumno, ¿sería capaz de enseñarle la escuela durante el receso?

—¡¿Qué?! ¡Ni siquiera me llevo bien con él...!

—O prefiere que le mande una nota a su casa.

—N... no... no, está bien, le enseñaré la escuela.

De todas las personas del mundo, ¿por qué tenía que ser yo? En ese momento, me di cuenta de que casi todas las chicas de la clase me miraban con rabia.

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