¿Alguna vez han sentido una molestia como una espina en el trasero? ¿o un grano? Bueno yo no lo he tenido pero la alarma de Benjamín es algo muy similar. El aparato no para de sonar y Benjamín todo somnoliento trata de apagarlo. Estresada de ver que tantea y no puede apagarlo, me subo encima de él y de un solo intento lo apago.
—¡Oye! No pesas dos kilos —habla Ben.
—¿Me estás diciendo gorda? —pregunto haciéndome la ofendida.
—Mmm ¿y tú qué crees? —dice y comienza a reírse, le pego en el hombro pero parece que no le afecta en nada. Me estoy levantando cuando siento que un brazo me tira hacia atrás, me coloca debajo de él y comienza a darme repetitivos besos por el rostro haciéndome reír.
—Benjamín suéltame —me hago la enojada. Él parece no escucharme— ¡Ay ay¡ —ahora sí parece escucharme, aprovecho su distracción, lo empujo y corro afuera de la habitación, bajo las escaleras corriendo y llego a la cocina. Benjamín entra caminando lo más relajado.
—Sabes que no escaparás de aqui ¿verdad?
—¿Sabes que tener a una persona contra su voluntad es un secuestro y por lo tanto un delito? —se acerca peligrosamente a mi y por instinto comienzo a retroceder hasta que mi espalda queda pegada a la pared. Benjamín coloca sus brazos a los costados de mi cara apoyando sus manos en la pared, dejándome acorralada entre sus brazos. Comienza a darme besos en el cuello, y algo que no les he dicho es que los besos en el cuello son mi debilidad.
—¿Crees que esto es contra tu voluntad? —no respondo debido a mi respiración y su mirada no me ayuda a recuperarla. Me mira con esos ojos tan bellos que me hipnotizan, se acerca más pero ahora baja sus brazos y los coloca en mi cintura para luego besarme. Si mis días serán así, quiero vivir eternamente a su lado.
—Buenos días —dice después de besarme.
—Buenos días —sonreímos y está a punto de volver a besarme cuando sentimos que algo se cae, volteamos a ver y es Rosa que está mirándonos sorprendida, sí, muy dramático ¿no? Es decir, no creo que vernos juntos sea algo tan sorprendente ¿o sí?
—¿Estás bien Rosa? —voy hasta ella para ayudarla y nos mira sonriendo con dulzura.
—Ohh sí sí, estoy bien mi niña ¿ustedes están bien? —pregunta y se agacha para levantar algo pero me adelanto y alzo las cosas.
—Sí, estamos bien —responde Benjamín que se sienta apoyando sus antebrazos en la isla. Yo llevo las tazas a la lavadora.
—¿Ya están junto? —siento mis mejillas arder y Benjamín ríe, no sé qué es lo gracioso.
—Así es Rosa querida —responde él sin pelos en su lengua. Giro sobre mis talones, lo observo sonriendo y eso me tranquiliza.
—Ay no lo puedo creer ¿y desde cuándo? —Rosa está sonriendo demasiado, me da miedo que se le corte la boca.
—Desde el sábado —responde él.
—Me alegro tanto por ustedes mis niños —Rosa ríe y luego marca un numero.
—Se lo dije, creo que ganamos la apuesta —¿una apuesta?.
—Rosa —la llamo, ella se tensa y gira para mirarme— ¿Qué apuesta hiciste? —ella cuelga rápido la llamada y sonríe haciéndose la inocente.
—Creo que hablé demás —hace el intento de irse y escucho algo que dice Ben.
—Otra más que apuesta —toma un sorbo de su café que no sé de dónde lo sacó.
—Iré a hacer las compras —Rosa se va escapando con éxito de la situación.
—¿Quién hizo otra apuesta? —pregunto mientras me siento en un banco de la isla, parece que no me quiere decir nada porque sigue sin responderme— Benjamín —insisto.
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El acuerdo © |TERMINADA|
RomanceToda mujer sueña con su principe azul montado en su caballo, con su espada, escudo y ser rescatada del villano, luego casarse y vivir felices por siempre . Pero... Mi vida no fué asi. A mis 22 años de edad me dí cuenta que eso era mentira. Yo cre...