#40 El amanecer.

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Benjamín

—Me quiero dormir, muero de sueño —se queja Dav.

—No, no, hay que aguantar —le dice Julieta, yo siento que mis ojos se cerrarán en cualquier momento, pero esta mujer está loca y es capaz de desnudarnos y colgarnos de un árbol.

—Amigo es tu esposa convencerla —me dice Fernando— No lo sé llévatela a dar una vuelta y después ya sabes —me guiña un ojo, yo lo fulmino con la mirada.

—El que se duerme pierde —dice mi queridisima esposa. Entiendan el sarcasmo.

—Hay que aguantar, sino es capaz de hacer que un lobo nos viole —dice Dav y ella  sonríe con malicia parece más diabólica que mala, bueno es casi lo mismo, una más mala que la otra, ustedes entienden.

—O por un duende travesti, nunca se sabe —dice ella y levanta sus cejas, Dav se sienta detrás de Fernando.

—Se suponen que ustedes eran nuestros padres ¿qué les pasa? —dice Dav. Yo no aguanto la risa y empiezo a carcajear. Julieta se une a mis risas y ella lo hace más fuerte.

—Hijos su madre está loca, tengan cuidado —les digo serio.

—Igual ella no podrá con nosotros, somos hombres machos pechos peludo de plomo —dice Fernando.

—Sí claro Dav, el único con pecho peludo y macho aquí es el lobo que hay detrás de ti —ella le señala para donde esta el supuesto lobo, bueno no creo que sea supuesto porque veo una sombra que se está acercando, Dav y Fernando se acercan sigilosamente a nosotros.

—Nunca, pero es que nunca más salimos con ella —dice Dav. A medida que se acerca la sombra podemos distinguir— Es eso...es un lobo —Dav, yo, veo al otro lado y ella está agarrada de mi brazo. Fernando se queda en el mismo lugar hasta que se le ocurre acercarse al supuesto lobo y lo acaricia.

—¿Qué estás haciendo Fer? —pregunta ella.

—Oh vamos chicos, es solo un perro —dice mientras acaricia al perrito. Respiro más aliviado y con Dav nos acercamos al can. Para mi sorpresa ella no se acerca, creo que le tiene miedo.

Me acerco a los chicos para susurrarles algo.

—Momento de venganza, le tiene miedo al perro —les digo y a Dav se le ilumina la mirada.

—¿Qué pasa querida cuñada? ¿le tienes miedo? —pregunta Dav haciéndose el tonto.

—Yo no, para nada —suena nerviosa.

—Entonces acercate —le digo. Ella duda en hacerlo pero se arrima y cuando está por tocarlo el perro le ladra, ella grita y corre para atrás, después se esconde detrás de un árbol.

—¡Cuidado hay uno detrás de ti! —grita Dav. Ella vuelve a gritar y se da cuenta que es mentira, los tres estallamos en risas y ella se enoja.

De la nada siento que tengo algo en la cara y es nada menos que barro, miro de donde proviene y veo una mujer con sonrisa triunfante. Observo a mis amigos y están con barro igual que yo.

—¡Esto es guerra! —grita Fernando. Nos levantamos y comenzamos a tirarnos barro, ella a nosotros y nosotros a ella y después es algo de todos contra todos.

No sé cómo pero ya está  amaneciendo, estamos los cuatro de pie y llenos de barro.

—Miren chicos —habla ella y señala el sol naciente. Es bellísima la vista del sol recién saliendo, me doy vuelta para mirarla y observo que está llena de barro su cara, su pelo y su cuerpo. Es tan hermosa, divertida y sencilla. Siento mucha felicidad a su lado y me asusta el sentimiento que se está apoderando de mí, hoy cuando bromeó sobre estar embarazada provocó que me imaginara a un pequeño de pelo negro, ojos claros y un caracter como el de ella, tan sólo pensarlo me hizo sonreír. Esta tarde cuando vi que el imbecil ese la estaba besando sentí un enojo tremendo, me volvió loco el hecho de que ella este con otro hombre. Estos sentimientos tengo que borrarlos si no quiero sufrir.

El acuerdo ©                               |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora