Capítulo 5

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Leo regresó al edificio a la mañana siguiente.

—¿Qué hiciste? —preguntó Layo.

Leo solamente sonrió.

Todos se dieron cuenta que, aunque era el mismo modelo, era claro que era otro vehículo el que llevaba.

—Solamente lo cambié.

—¿Lo robaste? —preguntó Lara sacada de onda.

—Tampoco, es cierto que corremos ilegalmente, pero de eso a robar es otra cosa.

—¿Y entonces?

—Me metí a la casa del muchacho y le cambié el auto por el de su padre.

—¿Qué hiciste qué cosa?

—Tienen el mismo ¿Le vieron la cara cuando me dio las llaves? Era claro que iba a quejarse y podía incluso poner una denuncia por robo, así que quise prevenir más problemas, por lo que entré a su casa le puse las placas del auto de su papá al de él, y le dejé sus placas con una nota por si no se daba cuenta.

—Igual puede poner una denuncia.

—No, no creo. ¿Qué va a denunciar? ¿Qué se robaron su auto?

—El de su papá.

—No creo que lo haga. Igual por el momento ya le cambié las placas.

Eladio fue el primer molesto ante la situación, después que su hermano dejara en claro que no iba a deshacerse del auto.

—¿Estás seguro de que es solamente un juego? —preguntó luego de calmarse.

—Sí, espero que todo salga bien hoy.

—No lo creo, mírate como vas vestido —se quejó.

—Es prestado, no me lo robé.

—¿Prestado?

—Sí.

—¿A qué vas?

—Que yo recuerde nunca hemos hablado sobre esto.

—Ten cuidado.

—Tranquilo —dijo Leo, y continuó vistiéndose.

La fiesta que Emmet había organizado por petición de Eleazar era realmente increíble. Había muchos invitados que se mezclaban entre familiares, amigos y compañeros de trabajo, así como viejos compañeros de la universidad.

—¿Feliz? ­ ¿Te gustó? —preguntó Emmet al ver a su hermana.

—Estoy sorprendida.

—¿Por qué?

—¿Cómo que por qué? Mi mamá no está, se fue.

—¡Vamos Emily! No cumples veintitrés todo el tiempo.

—Feliz cumpleaños —susurró Eleazar.

Acababa de llegar con un hermoso regalo; un collar de diamantes.

—¡Eleazar! —exclamó—. ¿Cómo supiste?

—Tu hermano me invitó. ¿Me permites? —preguntó refiriéndose a poder ponerle el collar.

—Es hermoso, pero esto es demasiado ¡debe valer una fortuna!

—No, no creas. Yo creo que es imitación —bromeó—. Lo compré con mucho cariño, no lo rechaces.

—Está bien lo acepto, pero déjame guardarlo para otra ocasión.

Emily no se sintió muy cómoda con ello.

Huracán ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora