Capítulo 29

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Leo estaba haciendo todo lo que pudiese por buscar la forma de volver. No era algo fácil y eso mismo hacía que siempre estuviera colérico, no se podía perdonar el haber dejado a Emily, y al no tener contacto con ella y saber cómo estaba, hacía que su mundo se pudriera de cierta forma.

Había aceptado un trabajo en construcción, los fines de semana corría y en su tiempo libre movía cielo y tierra con tal de lograr comunicación con Pájaro la cual era inútil. En eso se resumía su vida. Incluso su fama de mujeriego había dejado de ser en la zona; claro que todos creían que Barbara era su pareja, aunque realmente después de la ultima noche en que habían dormido juntos nunca más habían tenido algo que ver.

El embarazo de Lara iba bien, aún no se le había comenzado a notar su barriga; pero los doctores eran claros en decir que el bebé estaba muy bien. Era la única buena noticia de la que siempre disfrutaban.

—Creo que te martirizas demasiado —decía Tony al ver a Leo con la misma frustración de siempre.

—No comiences.

—En realidad no quiero parecer un papá regañón, pero no puedes amargarte por las decisiones que tomaste. Si Emily es para ti, en algún momento volverán a estar juntos.

—¿Crees que me perdone?

—¿Ya la perdonaste tú?

—No tengo nada que perdonarle. Fui yo el tonto que la dejó, ella dejó todo por mí y yo...

—Mataste a un amigo.

—Eso me agobia todos los días.

—Leo, no sé que tanto la amas, pero si sé que, de no haberla dejado, no sé qué tan fácil fuera todo para ti, quizás vivieras culpándola de lo que sucedió. Y ambos sabemos que, aunque ella no accionó el gatillo, tuvo mucha responsabilidad.

Leonardo se quedó muy pensativo con las palabras de Tony, sabía que de cierta forma tenía mucha razón. Él no sabía que tanto hubiera cambiado su pensamiento de estar Emily con él.

«Te amor Em, eso es lo único de lo que si estoy seguro» pensó.

Emily también lo amaba, no había duda de eso. Siempre pensaba en él, soñaba con él, pero conforme pasaban los días, especialmente la actitud de Eleazar hacía que lo viera con otros ojos, era quizás por un instante, mismo que le sorprendía a ella misma.

—Eso es todo —concluyó él.

Ya llevaban una semana practicando tiro. Emily si bien no era una experta, ya lo hacía mucho mejor que el primer día y su actitud ayudaba bastante.

—¡Estoy exhausta!

—Sí, yo también. ¿Quieres quedarte un rato más o regresas a la hacienda?

—Regreso, hay mucho calor.

—Demasiado.

Eleazar tenía muchas cosas en la cabeza, Mouro lo había estado presionando con preguntas sobre Emily, lo que hizo que permaneciera callado en el trayecto a la hacienda. A Emily le pareció extraño, pero tampoco quería preguntar.

Al entrar a casa él subió directo a su habitación para tomar un baño, y ella se quedó en la cocina. Seguía muy pensativa.

Pensaba en todo: en Leo, en las veces que se bañaron en la poza, en las carreras, en todo. Estaba molesta con él, pero no podía evitar recordarlo y desear estar con él. Pero también pensaba en Eleazar, en lo bien que se vestía, en la vez que la obligó a bañarse, en su sonrisa. Pensaba en él, de una forma que la confundía.

—Te quedaste muda hija —decía Rosa.

—Lo siento, me quedé pensando en...

—Necesito hablar con el patrón —dijo Darío entrando con mucha prisa.

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