Capítulo 26

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Darío estaba impresionado con lo que había sucedido, ni siquiera él se lo esperaba. Emily estaba desmayada en la parte trasera del auto, y no tenía ni la menor idea de qué era lo que iba a suceder; no le causaba nada de gracia ya que sabía que eso significaba más problemas.

«Qué hago con ella?» preguntó.

Hablaba por teléfono.

Eleazar se quedó sin aire por un momento, no daba crédito a lo que Lagarto le estaba diciendo, pero luego de unos minutos le dio la orden de que la llevara a las celdas.

Debía pensar en qué iba a hacer, ya había comentado algo con Mouro sin saberlo, pero, aun así, necesitaba pensar en todo para evitar levantar sospechas. Suficiente movimiento habría cuando Mouro se diera cuenta que los Burgo habían salido del país.

Suficiente tenía con que al momento de la llamada tenía a Berta encerrada, sabía que él había llamado a la policía y necesitaba callarla para que cuando Mouro la interrogara no hablara de más. De por sí ella sabía muchas cosas, pero si decía que Emily y Leo habían estado juntos echaba a perder cualquier plan que él tuviera para salvarle el pellejo a Em.

—¡Déjenme ir! —gritaba como loca.

—¿Por qué los gritos? —preguntaba muy risueño—. Solamente estas amarrada, deberías guardarlos para cuando arranquemos tus uñas.

—Déjeme ir por favor.

—Te voy a dejar ir, pero cuando me asegure de que has aprendido la lección.

—No sé de qué habla.

­—Le llamaste a la policía, te metiste en un terreno que no te correspondía, hermosa.

—No sé de que habla.

—Refrésquenle la memoria —pidió.

—Patrón, perdone, pero Lagarto acaba de llegar —mencionó otro de sus empleados.

Eleazar sintió en ese momento un sinfín de sentimientos. Al ver a Emily pensó dos veces en lo que había decidido hacer, y aunque no estaba muy seguro no le quedaba de otra.

—Enciérrenla —ordenó.

—Patrón, no cree que es demasiado —comentó Lagarto.

—Tal vez, pero necesito pensar en qué voy a hacer, y si decido seguir con la idea que tuve hoy, por lo que le hablé a Mouro, necesito que mi princesa tenga un trauma de algo.

Eleazar si bien estaba muy pensativo por lo que vendría, no podía evitar sonreír por saber que Emily estaba allí, cerca de él. Era con algo que no contaba y nunca imaginó, en el momento que decidió entregarle el dinero a los Burgo para que se fueran, renunció a Emily y fue una decisión que le dolió; pero ahora, en ese momento las cosas habían cambiado y en cambio, esa misma decisión que tanto le había costado tomar le había llevado a su princesa de vuelta.

Cuando Emily despertó, se llevó una gran sorpresa al ver que estaba en lo que parecía un cuarto, pero con rejas alrededor. No estaba muy consciente, pero todo aquello le parecía muy extraño y luego de reaccionar bien, comenzó a gritar.

El lugar estaba oscuro, únicamente una luz se veía en los pasillos; era parecido a una cárcel.

—¡Leo! ¡Leo! —gritó.

Gritó muchas veces, le dolía la cabeza, pero aún así no podía evitar seguir gritando. Necesitaba saber qué era lo que estaba sucediendo, necesitaba saber en dónde estaba Leo.

—Ni grites, porque te va a ir peor —dijo Berta.

Fue un pasmo para Emily ver a su ex compañera de trabajo allí.

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