Capítulo 3

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Todo indicaba que Eleazar era un verdadero caballero; sus modales eran refinados cosa que sorprendía en gran manera a Emily.

Cuando lo conoció era empleado del colegio al que ella asistía, y para nada hubiera imaginado que ese mismo Eleazar llegaría a ser el tipo tan galante que tenía enfrente.

—Me está poniendo nervioso —sonrió luego que Emily no lo dejara de ver.

—Lo siento, es que... en verdad su cambio es impresionante.

—Tuve una buena maestra supongo —dijo mientras le daba un sorbo a su copa de vino.

El restaurante al que la había llevado era uno de los mejores de toda la ciudad.

—Yo creo que no fue eso.

—¿Y entonces?

—Que recuerde siempre tuvo un buen gusto.

—Pero no tenía los medios ¿Cierto?

—Creo que sí.

—Lo bueno es que ahora podemos disfrutar —volvió a sonreír.

Era inevitable que Eleazar no le pareciera atractivo.

—¿Pasa algo? —preguntó él, luego de ver un gesto de nervio en ella.

—Solamente me sorprende la seguridad —respondió volteando a ver a los dos escoltas que aguardaban a fuera del restaurante.

—Trabaja en bienes raíces, sabrá que se gana bonito y que esta ciudad es muy peligrosa.

—Totalmente, la otra vez asaltaron a uno de mis jefes.

Se refería a Matt.

—Yo también viví una mala experiencia y por ello he tratado de cuidarme mejor. Pero mejor cuénteme de usted.

Justo en ese momento llegó el camarero para poder tomar la orden, por lo que interrumpió la conversación.

—¿Y entonces? —continuó él.

—En realidad no sé qué contar, si lo pienso mi vida es bastante aburrida.

—No la veo como aburrida, al contrario, por lo que veo ha logrado todo lo que platicábamos. Me gusta saber que la jovencita de quince años que conocí ya tenía bien definido lo que quería a esa edad.

—Sí, seguirle la contraria a mi papá —frunció el ceño con cierta incomodidad.

—Yo no diría eso.

—¿Entonces qué?

—Que siempre quiso agradar a su padre, lo malo es que nunca estaba de acuerdo con él.

—No has cambiado nada —sonrió—. Y dejemos el usted a un lado, por lo poco que hemos conversado no me cabe más duda de que sigues siendo el mismo.

—Y tú la misma.

—Me da mucho gusto volver a verte Eleazar, lo digo enserio —sonrió.

—Créeme que el que está más maravillado de este reencuentro soy yo —agregó él, y luego le volvió a dar un sorbo a su copa de vino.

Emily ignoraba por completo que detrás de un coqueto y sonriente Eleazar había un manojo de sentimientos encontrados. Todo el tiempo que estuvo lejos no había hecho otra cosa más que pensar en ella, y ese reencuentro era lo que más había deseado, por lo mismo, estaba muy emocionado. Incluso hubiera deseado llorar de la emoción por ver a aquella Emily tan hermosa frente a él, su princesa como él le llamaba. Aunque claro que no podía decírselo en ese momento.

—Pero aún tengo una duda —agregó ella.

—¿Cuál?

—¿Cómo supiste en dónde encontrarme?

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