Capítulo 32

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Los días de Mouro cada día eran más placenteros, poco a poco iba encontrando pistas sobre los Burgo, y por ende sabía que se encontraban en Colombia, lo malo; había un país completo en dónde buscar y por mala suerte, era el territorio de sus enemigos.

Maya había estado siendo de gran ayuda, no tenía una razón fuerte para disculpar su actitud; pero era poco de esperar de una mujer como ella.

—¿Estás segura? —preguntaba Mouro.

Hablaban sobre una nueva idea que tenía Maya.

—Totalmente, quizás no sea policía, pero soy mujer, y también conozco a Leo. Y siendo sincera yo no me creo ese cuento de que esa muchachita está con ese fulano Bustillo, Leo no es del tipo de hombre que fuerza a alguien a estar con él, no tiene necesidad. Si él dijo que era su novia es porque lo era.

—¿Y crees que con tú idea todo va a funcionar?

—Definitivamente, si no puedes llegar a Leonardo y traerlo, hay que buscar la forma de que él venga. Igual no creo que tengas una idea mejor, los polis de por acá no se miran muy listos.

—Aún así no me cuadra, la parte de Bustillo en todo esto, y cómo es que puede estar relacionado con los Burgo.

—Eso ni yo lo sé, y tampoco es mi trabajo. Lo único que sé es que, si es cierta la versión de esa muchachita, el casarse con su amado no será un impedimento.

Maya era lista, de eso no había duda alguna. En su plan, sentía la necesidad de que el tal "Bustillo" se casara con Emily, y fuera anunciado públicamente para lograr despertar el interés de Leo y volviera. Aunque era como se lo planteaba a Mouro, en su cabeza sabía que existía la posibilidad de que Emily sí se casara con tal de proteger a Leo o a ella misma, pero como fuera, eso la colocaría fuera de circulación y le daría a ella una ventaja. También tenía un segundo plan para a orillar a Emily a la decepción, a Mouro le comentó la idea de mencionar que Leo seguía en Panamá, y que Barbara estaba embaraza, para que si era mentira que ella estaba con Eleazar se muriera de celos, dejara de serle leal y lo delatara. No contaba con que Barbara sí estuviera embaraza.

Ese día Eleazar se había levantado de buena mañana para verificar datos sobre la última mercancía que había distribuido. Lizards era el único que estaba feliz con ello, pero él no podía evitar que la preocupación lo invadiera.

—Te traje un café ¿Estás bien? —preguntaba Rosa.

—Sí, gracias —Respondió muy serio.

—Perdón que me meta, pero ayer hablé con Emily, y...

—Ya sé, escuché —volvió a decir sin dejar atrás su seriedad.

—Dijo que se estaba enamorando de ti.

—Ya lo sé Rosa —rezongó.

—Pensé que era lo que deseabas.

—Sabes que te quiero mucho Rosa, como si fueras mi madre. Pero las cosas no están como para andar pensando en amoríos.

—¿Cómo vas a decir eso ahora Eleazar? Tú siempre has querido a Emily, muchas cosas que has hecho las hiciste pensando en ella.

—Lo sé.

—¿Y entonces?

—No quiero hablar sobre eso Rosa, no hoy —dijo, y le dio un sorbo a su taza de café.

Darío entró en ese momento con la noticia de que la policía informante había llamado, para avisar que Mouro iba para allá, con una orden de captura para Emily Preston.

El gesto de Rosa fue suficiente para saber qué la situación se estaba complicando.

Eleazar terminó su taza de café, e intentando entrar e calma subió a la habitación de Emily.

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