Durante todo el transcurso de su vida, Brooklyn Stilinski jamás había creído tener algo de especial. Con el peso de la escuela sobre sus hombros y un trabajo de medio tiempo en una cafetería, siempre creyó que era una chica más del montón con la úni...
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Tu corazón late como un tambor
La cacería acaba de comenzar
—Monsters by Ruelle.
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Stiles.
Corrí hacia el campo de lacrosse tan rápido como mis piernas me lo permitían sin tropezar con mis propios pies, reconociendo la familiar espalda de mi mejor amigo a unos metros de mí; estaba dejando sus cosas encima de una banca, listo para entrar al campo.
— ¡Scott! —exclamé, tratando de mantenerlo en su lugar—. Scott, espera.
Finalmente llegué hasta él, sujetando uno de sus hombros y manteniéndolo en su lugar, sin la oportunidad de irse sin oírme antes. Mi pecho subía y bajaba con rapidez y mis pulmones estaban rogándome por el oxígeno que les arrebaté durante mi carrera.
—Es la primera eliminatoria, ¿puedes esperar? —preguntó.
—Aguarda un segundo, ¿de acuerdo? Oí a mi papá hablar por teléfono. Ya tienen los análisis de las fibras. ¡Hallaron pelos de animal en el cuerpo del bosque! —notifiqué alarmado, obligándolo a mantener su atención en mí y no en el campo.
—Stiles, tengo que irme. —Se soltó de mi agarre, agachándose para tomar sus cosas.
— ¡No! ¡Scott! ¡No vas a creer de qué animal eran! —grité, siendo totalmente ignorado y viéndolo irse—. Eran de lobo —informé al aire.
Resoplé cuando oí el silbato del entrenador Finstock sonar, reuniéndome con el resto del equipo en un medio círculo alrededor de él y de reojo viendo a Scott alzar la mano para saludar a la chica nueva quien se acercaba a las bancas junto a Brooke y el otro nuevo.
— ¿Tienes preguntas, McCall? —preguntó el entrenador. Me mordí el interior de la mejilla para evitar reírme cuando vi la expresión confusa de Scott.
— ¿Qué?
—Levantaste la mano. ¿Quieres preguntar algo?
—No. Solo... nada —balbuceó—. Perdón.
—Bien. Ya saben que tienen que hacer. Si no hacen lo que deben, pasará el resto de la temporada en la banca —amenazó—. Si lo hacen, juegan. Y sus padres estarán orgullosos. ¡Tu novia te ama! Todo lo demás es queso crema —manifestó—. Ahora vayan a jugar y demuestren lo que tienen. ¡Vamos!
— ¡Andando! —gritó Jackson Whittemore, el capitán del equipo.
Todos los demás soltaron una exclamación emocionada antes de ir a tomar sus posiciones en el campo y mientras tanto yo caminé a las bancas, viendo a los demás correr de un lado a otro y saludando a mí hermana mayor por dos minutos, Beca, para luego sentarme. Ella estaba sentada junto a su amiga rubia de cabello desordenado la cual por algún motivo nunca me miraba, pero no le presté atención y me acomodé en mi lugar para ver la práctica.
