Durante todo el transcurso de su vida, Brooklyn Stilinski jamás había creído tener algo de especial. Con el peso de la escuela sobre sus hombros y un trabajo de medio tiempo en una cafetería, siempre creyó que era una chica más del montón con la úni...
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Hay sangre en tus mentiras
—Running with the wolves by AURORA
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—Entonces, ¿la mataste? —pregunté, entrando al pasillo una vez que Stiles empujó una de las puertas para dejarme pasar primero.
—No lo sé. Me levanté. Estaba sudando como loco y no podía respirar. Nunca me había despertado así de un sueño —contestó Scott, confuso.
— ¿En serio? Yo sí. Con un final un poco distinto —dijo Stiles.
—Primero: quise decir que nunca tuve un sueño tan real. Y segundo: no me cuentes tus intimidades en la cama —pidió el moreno.
—Por favor —apoyé a Scott, una mueca asqueada presente en mi rostro.
—Está bien —aceptó Stiles—. Déjame adivinar.
—Lo sé —lo interrumpió Scott—, crees que tiene que ver con que saldré con Allison mañana. Que perderé el control y le desgarraré la garganta.
—No, claro que no —negó con rapidez—. Sí, es eso —confesó rápidamente—. Oye, vas a estar bien, ¿sí? Personalmente, creo que estás manejando esto de manera increíble. No es como si existiera un curso de Licantropía para principiantes que puedas tomar —le dijo, tratando de alentarlo.
—Un curso no, pero quizá un maestro.
— ¿Quién? ¿Derek? —Le dio un golpe en la cabeza—. ¿Olvidaste que lo enviamos a la cárcel?
—Sí, lo sé —respondió Scott—, pero perseguirla y arrastrarla atrás del autobús se sintió muy real.
— ¿Qué tan real? —cuestioné, mirándolo.
—Como si hubiera pasado.
Stiles volvió a abrir una de las puertas y ambos se hicieron hacia atrás, dejándome ir primero, y mi boca casi cayó al suelo cuando vi la escena frente a nosotros: había unos cuantos forenses montados en uno de los autobuses de la escuela, fotografiando el destruido interior del vehículo, cuya pueda de emergencias estaba destrozada, con marcas de garras en las paredes y asientos y sangre por todos lados.
—Creo que si pasó —opiné en voz alta, preocupada.
Scott sacó su teléfono rápidamente, comenzando a teclear violentamente, enviándole un montón de mensajes a Allison mientras regresaba al interior del pasillo y Stiles y yo íbamos detrás de él, notando la manera en la que su cuerpo temblaba por el miedo de que su pesadilla al parecer no había sido solo un mal sueño.
—Ella debe estar bien —dijo Stiles en un intento por reconfortarlo.
—No responde mis mensajes —expresó con nerviosismo.
