11 | Bowling night.

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| Noche de bolos.

—Stilinski, tu hermano está aquí —me avisó Nate

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—Stilinski, tu hermano está aquí —me avisó Nate.

Dirigí la mirada hacia la puerta de la cafetería con el entrecejo hundido, visualizando a Stiles y Scott acercándose a la borra con unas enormes y casi espeluznantes sonrisas plasmadas en sus rostros.

— ¿Qué están haciendo aquí? —pregunté curiosa, acercándome a ellos, apoyando los antebrazos en la barra una vez que los enfrenté.

—Tu turno está por terminar y necesitamos que nos acompañes a un lugar —contestó Stiles sin problemas—. Además, teníamos ganas de unas malteadas y las que venden aquí son bastante decentes. Que sean de chocolate y con mucha crema batida —pidió.

—Por favor —agregó Scott con una sonrisita casi avergonzada.

Asentí y anoté su orden, pasándosela después a Nate para que la entregara a la gente en la cocina mientras que yo seguía con mi trabajo. Continué sirviendo platos de aquí a allá y tomando todas las propinas de las mesas vacías a las que atendí, recogiendo los platos sucios y dándoles un par de miradas de reojo a los chicos, riéndome cuando los vi jugar con los cubiertos sobre la barra.

—Dos malteadas de chocolate con mucha crema batida —notifiqué mientras dejaba las bebidas frente a ellos luego de un rato—. Disfrútenlas.

—Créeme que lo haremos —silbó Stiles, sujetando la pajilla y comenzando a beber.

Me apresuré a cambiarme y tomar mis cosas una vez que mi turno terminó, saliendo de la cafetería detrás de los chicos y montándome en el asiento de copiloto del Jeep.

— ¿Van a decirme a donde vamos? —pregunté con interés, cerrando la puerta una vez que subí.

—Derek dijo que hay una manera de recordar que fue lo que sucedió anoche, pero para eso tengo que ir al lugar donde sucedió —me explicó Scott.

—El autobús —comprendí.

El moreno asintió y Stiles encendió el motor, haciéndolo rugir, sacándonos del estacionamiento de mi trabajo. El camino fue silencioso y el sonido del motor se ahogó cuando el pálido giró la llave en la ignición, las luces delanteras perdiendo todo su brillo rápidamente. Bajé del auto y moví el asiento delantero, dejando a Scott bajar y viéndolo caminar junto a Stiles hacia la malla metálica que nos alejaba de los autobuses.

—No, solo yo —dijo el hombre lobo—. Alguien tiene que vigilar.

— ¿Por qué siempre soy yo el que vigila? ¿Por qué no puede vigilar ella y yo voy contigo a investigar? —preguntó Stiles.

—Porque no pienso dejarla sola —soltó Scott con obviedad, deteniéndolo cuando trató de subir la malla, ignorando sus palabras.

—De acuerdo, ¿por qué empieza a parecer que tú eres Batman y yo Robin? No quiero ser Robin todo el tiempo —masculló alterado.

wolves | #1 | teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora