Durante todo el transcurso de su vida, Brooklyn Stilinski jamás había creído tener algo de especial. Con el peso de la escuela sobre sus hombros y un trabajo de medio tiempo en una cafetería, siempre creyó que era una chica más del montón con la úni...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Stiles movió el asiento delantero del Jeep para permitirme bajar. Luego de conducir un rato por la ciudad siguiendo las indicaciones de Peter, finalmente nos detuvimos en un estacionamiento medio poblado. Enderecé el asiento y cerré la puerta, siendo tomada luego por el brazo como en el campo de lacrosse y viendo a Stiles ser tomado de la tela del cuello de su camisa, ambos siendo obligados a seguir a Peter hasta que se detuvo frente a un auto.
— ¿De quién es este auto? —le preguntó Stiles cuando nos soltó, acomodándose bien la camisa. Yo me sobé el brazo, sintiendo la piel arder por el tosco agarre.
—Era de mi enfermera.
— ¿Qué pasó con tu enfer-- ¡Dios mío! —grité espantada cuando vi el cadáver dentro del maletero.
—Mejoré —se limitó a decir, bajando la tapa del maletero sin inmutarse, colocando el bolso que sacó de ahí dentro sobre este.
—Buena suerte recibiendo señal aquí abajo —le dijo Stiles—. Oh, MiFi —dijo al ver el pequeño aparato que sacó después—. Y eres un chico Mac —añadió luego de ver la computadora—. ¿Eso es para todos los hombres lobo, o es una preferencia personal?
—Enciéndelo y conéctate.
—Sabes, realmente estás matando todo el misticismo de los hombres lobo —dijo con sarcasmo—. Mira, necesitas el nombre de usuario y la contraseña de Scott, y lo siento, pero no las sé.
—Las sabes ambas.
—No, no las sé.
—Incluso si no pudiera escuchar el latido de tu corazón, aun así podría decir que estás mintiendo.
—Amigo, lo juro por Dios...
Peter tomó a Stiles de la parte posterior del cuello y estrelló su cara con fuerza contra el auto. Solté un chillido espantado ante el estruendo, asustada.
—Puedo ser muy persuasivo, Stiles. No me hagas persuadirte —le aconsejó.
—Está bien, te ayudaremos, solo suéltalo —hablé por primera vez en casi media hora.
Peter me miró de reojo y después soltó a Stiles, quien de mala gana pero sin ninguna otra opción, comenzó a teclear un par de cosas para rastrear el teléfono.
— ¿Qué pasará después de que encuentres a Derek? —preguntó, manteniendo su vista en la computadora.
—No pienses, Stiles. Escribe.
—Vas a matar gente, ¿verdad? —inquirí, mirándolo.
—Sólo a los responsables.
—Mira, si hago esto, tienes que prometer dejar a Scott al margen —condicionó Stiles.
