Durante todo el transcurso de su vida, Brooklyn Stilinski jamás había creído tener algo de especial. Con el peso de la escuela sobre sus hombros y un trabajo de medio tiempo en una cafetería, siempre creyó que era una chica más del montón con la úni...
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Aférrate a esta canción de cuna
Incluso cuando la música se haya acabado
—Safe and sound by Taylor Swift ft. The Civil Wars
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Cuidar de una niña de la edad de su hermana menor, Cora, no era precisamente como a Derek Hale le hubiese gustado estar pasando su sábado en la tarde, pero no era que tuviera otra opción ya que Kayleena —novia de su tío Peter y tía de la niña que ahora estaba sentada en el suelo con crayones a su alrededor y un libro de colorear— se lo pidió y él jamás podría negarse a algo que ella pidiera porque era la mejor amiga que alguna vez había tenido a pesar de la diferencia de edad.
La niña que cuidaba, Brooklyn, era más inquieta de lo que a Derek le gustaría. Durante casi una hora no dejó de corretear por toda la habitación y él estaba bastante harto de ella, por lo que recurrió a la primera y mejor idea que apareció en su mente en medio de la desesperación: su hermana mayor, Laura.
Cargó a Brooklyn en sus brazos una vez que la atrapó, queriendo gruñir cuando ella comenzó a removerse entre sus brazos para que la dejara en el suelo para continuar correteando por ahí. Atravesó el pasillo hasta la habitación de su hermana, abriendo la puerta y viéndola levantar la mirada del libro que leía.
—Ayúdame —pidió con una mirada suplicante—. No la soporto más. No pienso seguir cuidándola —declaró.
— ¿Qué tan diferente puede ser cuidarla de cuidar a Cora? Ella seguramente se queda más quieta —comentó Laura, levantándose de su cama para acercarse a él.
—Pero aún así no deja de correr y no sé de dónde diablos saca tantas energías para saltar por cada rincón de mi habitación —masculló el de ojos verdes, entregándole con cuidado a la niña.
—Solo es una niña que lo único que quiere divertirse —defendió su hermana, mirando después a la niña entre sus brazos—. Dios, qué bonitos ojos tienes.
—Gracias —agradeció tímidamente ella.
— ¿Te gusta colorear?
— ¡Sí! —chilló con una sonrisa.
—Tengo un par de dibujos aquí. Escoge los que más te gusten —le ofreció, caminando hacia su mesa de noche.
La dejó sentada en la cama, sacando un par de dibujos de un cajón y una caja llena de crayones, entregándoselos y mirando después a Derek.
—Lee dice que le gusta mucho colorear, así que creo que estará bastante concentrada en esto y dudo que te de problemas durante un rato —le dijo—. Tengo que terminar una lectura para la clase de economía pero en cuanto termine iré a ayudarte.
