Capítulo 8

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-¡Estás embarazada! ¡Y de Miroku! – no se lo creía Kagome, pero bueno, debieron de estar preparados, ambos son una maquina sexual y los bebes se tiene con mucho sexo, solo a veces.

-Pues sí, mellizos – Kagome abrió sus ojos y se atraganto del sorbo de jugo que había tomado recientemente.

-¿Mellizos? – fue cuando recordó las palabras de Inu No – Con razón Inu No mando un triple saludo ¡Ahora lo entiendo! – exclamo emocionada – Valla dos, eso debe ser maravilloso.

-Dejemos de lado mi embarazo, ¿Cómo te esta yendo a ti?

-Llegue hace cinco días y han pasado muchas cosas- suspiro.

-Me imagino Kag, trabajar con Inuyasha y vivir a su lado – Kagome la miro con una ceja arqueada – Miroku me chismosea, el parece ser la mujer – ambas se carcajearon.

-¿De cuánto meses estás? Esa panza se ve grande ya – le sonrío con ternura, se alegraba por su amiga pero no podía evitar de pensar, que ella en algún momento hubiera estado así.

-De siete meses, no falta mucho, yo estoy tranquila pero Miroku está de los nervios – cuenta con gracia el comportamiento de su esposo.

-Nunca me los imagine así y créeme, menos que siguieran juntos – dijo con sinceridad.

-Lo sé, yo tampoco. Pero bueno, las cosas no siempre suelen ser predecibles.

Se pasaron la hora completa recuperando los años en chismes, Sango le reprochaba él porque la había dejado de contactar y de más. Kagome le contaba la metida de pata que cometió en su antigua empresa, pero no era tan malo, más bien era cómico ¡Sólo abofeteo a unos de los inversionistas con mayor potencial en la empresa porque le había tocado el trasero a propósito! ¡Sólo se estaba defendiendo de un viejo, pelón, barrigón pervertido!

-¡Tú no cambias! – se carcajeo Sango mientras caminaban por las calles de la ciudad, estaba acompañando a su amiga la castaña hasta su casa, que según ella no quedaba muy lejos. No le había contado sobre Bankotsu y menos de su agresión, tal vez algún día se lo revelaría, no ahora. – Llegamos – alzo su mirada teniendo en frente una hermosa casa de dos plantas, con jardín delantero con unas cuidadas rosas blancas y rosadas, también habían árboles, no tan grandes pero si lo necesario para que den sombra.

-Tú casa es hermosa amiga – dijo mientras la seguía por detrás, decidieron que se quedaría un momento más y tomarían el té juntas. -¿Pediste licencia por maternidad en tú trabajo? – tomo asiento en un taburete mientras su amiga servía té en un par de tazas.

-Sí, pero he pensado mejor dejarlo, al menos por un año, no quiero contratar una niñera con los chiquitos que serán.

-Estoy de acuerdo contigo. SÍ estuviera en tu situación, pensaría lo mismo – compartieron una sonrisa cómplice.

-¡Sanguito llegue! – la voz animada de Miroku se escuchó, Sango al saber que su hombre había llegado sonrió. - ¡Kagome! – exclamo al encontrarla en la cocina junto a su mujer, que tomaban una taza de té. – Inuyasha te buscaba, debiste haberlo visto ¡Parecía un león enjaulado al no encontrarte! – Kagome y Sango se carcajearon ¿Tanto así? ¿Por qué motivo la buscaría?

-¿Por qué me buscaría?

-¿Acaso no son pareja? – Miroku sabía a la perfección que no lo eran, pero solo quería reavivar las cenizas.

ESTÚPIDO (ADA#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora