Capítulo 1

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¿Por qué de todas las empresas existentes en nuestro extenso globo terráqueo la tenían que transferir a la empresa en donde los Taisho eran dueños? ¡Maldito Hakurou! Hubiera preferido que la despidiesen.

Hakurou era su jefe de piso en la empresa que trabaja en California, trabajaba como director de operaciones, pero solo una metida de pata basto para transferirla de empresa ¡Después de unos putos casi cuatros años trabajando para ellos, esos malditos empresarios se deshacían de ella! ¡Injusticia total!

Pero lo que más le cabreaba era que, la empresa a la que le transfirieron era en donde el padre de Inuyasha trabaja y por obvios motivos, seguramente él pijo de su hijo menor también trabajaría allí.

Siete años, siete malditos años en que no había visto a Inuyasha, siete malditos años en que no tuvo contacto con él. ¡Siete putos años en que no observaba su maldito y perfecto rostro!

Ahora, nuevamente lo tendría cara a cara y esperaba comportarse de manera profesional, porque si, admitía que pensar en Inuyasha, tenerlo frente a frente, las inmensas ganas de que con sus brazos y pequeñas pero fuertes manos apretujar su cuello hasta dejarlo morado o más bien azul, darles unas tremendas cuantas cachetadas, darle unas patadas con sus tacos de punta en sus dos bolas y serpiente que tenía entre ellas; pero... tenía miedo de no querer nada de eso y al contrario, correr a él y abrazarlo mientras le confesaba cuanto lo había extrañado.

Inuyasha Taisho ¿seguiría siendo un reverendo estúpido? ¡Pero claro que sí! Eso en definitiva no se lo quitaba nadie.


Termino de empacar todas sus cosas, era más que obvio que volvería a New York, por lo cual tenía que pagar un equipo de mudanza. La parte buena de esta transferencia para Kagome era que vería a sus padres mucho más seguido, si bien ellos la venían a visitar cada que tenian oportunidad en el año, ella nunca regreso "por miedo" le susurro su subconsciente, no lo admitiría nunca en voz alta, pero sí, tenía miedo de volver a encontrarlo y perdonarle su infidelidad.

Aún recordaba cómo si fuera ayer, los recuerdos eran muy claros de esa fatídica noche, o más bien, de la realidad de su mediocre relación.

-No – murmuro, las lágrimas no se hicieron de esperar, no quería hablar con Inuyasha- Me prometió que no lo haría, me prometió que no haría una cosa así- sollozo – Que no me busque, por favor – no espero su respuesta y con los pies ardiendo por las cortadas salió de la casa Taisho. Inuyasha le había prometido que no le engañaría, y en la foto que le enviaron desde el celular de él, toda confianza, toda promesa... se fueron a la mierda.

Inuyasha no dejará de ser un maldito estúpido eso lo tenía más que claro.

Camino y camino, lo más rápido que sus pies adoloridos le podían dar, el dolor físico que sentía no se comparaba con la traición de Inuyasha y dolor en su pecho. A cada paso, tres lagrimas bajaban por sus mejillas rojas por el llanto; llegó a su casa, su mamá dormitaba y su hermano igual, con leves sollozos y tratando de ser sigilosa subió a su cuarto.

-¿Kagome? – la voz de su mamá al final de las escaleras se escuchó, era más que claro que con sus sollozos y sorbos de nariz no iba a ser sigilosa, al menos no para su madre que se despertaba con el mínimo ruido o movimiento.

-Mamá – sollozo con más fuerza y corrió a los brazos de su mamá, sollozando y llorando en su camisón, mojándolo.

-Hija – ella no pidió explicaciones solo se dedicó a consolarla. Deducía lo que le ocurría, ella paso por lo mismo, toda mujer lo pasa. El amor duele y duele mucho.

ESTÚPIDO (ADA#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora