Capítulo 2: ¿Seguirá siendo el destino?

2.7K 250 235
                                    

POV Omnisciente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

POV Omnisciente

Larisha salió de la heladería y dirigió su camino casualmente por donde se fue Stephen. Se le notaba muy pensativa y una mirada algo perdida. Estuvo caminando por un buen tiempo. Al rato, llegó a una vecindad rústica, encantadora para cualquier amante de la naturaleza. Ella pausó el paso, suspiró y volvió a seguir caminando. Mientras, por otro lado, Stephen ya había llegado a su casa.

Sinceramente él no tenía ganas de llegar, pero pensó en su hijo que es lo único que lo ataba a esa casa. Muchas cosas se le vinieron a la mente, incluso un divorcio. Pero sentía que se estaba precipitando; no sabía qué hacer, no podía tomar todo a la ligera, tenía que tomar las cosas con más calma, aunque se le hiciera difícil. Sabía que encontraría una solución a todo esto, pero ahora era muy temprano para pensar en ello. Por un momento se acordó de la cara de Larisha, sonrió levemente como un tonto. No sabía por qué estaba pensando en ella, sentía como si la conociera de antes, pero no recordaba de dónde. Entró a la casa y vio desde la cocina que su esposa se encontraba en el patio. Abrió la puerta y se dirigió hacia ella. Sophie levantó la mirada y lo vio acercándose. Claramente era una cara de pocos amigos, él veía como ella le picaba la cabeza con la mirada; hasta que decidió abrir su boca.

—¡Vaya! ¡Ya era hora que llegaras! Pensé que nunca vendrías, tu hijo y yo, MORIMOS DE HAMBRE. ―le gritó y en par de segundos él no pudo aguantar su molestia

―Claro y en vez de cocinar, ¿esperas a que yo llegue? Si fueras más responsable con tu hijo e hicieras las cosas del hogar, nada de esto estuviera pasando. ―exclamó furioso

—Pero ¿quién coño crees que soy? ¿A caso me casé contigo para ser tu sirvienta? ¡ESTO ES INSÓLITO! ―gritó

—Bueno, ya que no trabajas, algo tienes que hacer en la casa. ¿No? Mientras yo trabajo, puedes encargarte del hogar y de nuestro hijo. Solamente tienes que llevarlo a la escuela, que ni siquiera te molesta en la casa. Puedes hacer todo a tu modo y ni eso puedes hacer. ―le gritó aún más fuerte, ya ella lo había sacado de quicio

—Ya vamos con el mismo tema de siempre, ¡joder! Por eso mismo, yo no lo quería en esta casa. Porque tarde o temprano me ibas a reprochar por él. Me ibas a cambiar. ―cuando ella dijo eso, él sintió una presión encima. Ellos habían discutido durante años, pero ella jamás había tocado el tema; sintió miedo al pensar que su pequeño pudiera estar escuchando. Así que debía callarla

—Baja la voz...―susurró—. El niño puede escucharnos, yo no he cambiado a nadie y lo sabes. Sólo quise que fuéramos una familia, que fueras una buena madre, pero no hablemos de esto. Christopher puede estar cerca y no quiero que escuche nada. ―le dijo entre dientes agarrándola por el brazo

—¡Pues ya es hora de que se entere de la verdad! ―alzó su voz y soltó su brazo de la mano de Stephen

Larisha iba caminando y de repente escuchó unos gritos que provenían de una casa. Cuando apresuró el paso, miró hacia el jardín y vio a Stephen que discutía con Sophie acaloradamente.

Nunca es Mucho (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora