Capítulo 3: Es hora de comenzar

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POV Larisha

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POV Larisha

Todo esto había pasado muy rápido a la verdad; estaba incrédula, pero a la vez me sentía tan feliz y aliviada de que esto haya sucedido. Pero a la vez me sentía mal, porque esto apenas comenzaba. Son tantas cosas en mi mente, todo lo que me ha pasado en estos años. Al fin tuve a Stephen frente a frente y pude hablarle. Debo admitir que sus ojos azules con toques de verde, me hicieron perder la mente; ya los extrañaba y casi no pudimos pasar mucho rato juntos. Cuando él me habló en la heladería, mi piel se erizó. Esa voz grave que tiene y a la vez seductora; ese acento tan exquisito, una sonrisa encantadora, su cabello castaño y su cuerpo no es muy musculoso, pero tiene unos pectorales bien marcados...

Okay...

Debo dejar de pensar en esto, estoy desviando totalmente mi mente y tengo que concentrarme.

¿Cómo lo hago? ¿Alguien tiene idea? Porque yo no...

Me acordé de Christopher y ahora de un momento tenso, pasé a uno melancólico. Pobre niño... está pasándola mal y su padre también, me siento una total inútil por no haber actuado antes. Pero por alguna razón, no se me daba la oportunidad de que él fuera a la heladería. Por suerte hoy apareció y bueno, era ahora o nunca. Pensar en que, si a Christopher le pasaba algo, no me lo perdonaría, tenía que salvarlo, aunque se me fuera la vida en ello.

Cuando Stephen me vio, estaba todo en shock. No se imaginaba que con la mujer que él pensaba que todo era una casualidad conocerla, se la iba encontrar una vez más, pero salvando a su hijo. Él no supo que decirme, me miró fijamente enterrando esos ojos cautivantes en mí y simplemente me abrazó. Respondí su cálido abrazo sumergiéndome en sus brazos, luego nos separamos y nos quedamos mirándonos fijamente. Estábamos bastante cerca y él no quitaba su mirada de alivio y agradecimiento. Me tomó de las manos y casi susurrando me agradeció; cuando estaba por recalcarme el tema que teníamos en la heladería, apareció esa mujer del infierno... No la soporto, ¡lo juro! Y eso que nunca tuve contacto con ella antes, pero con las peleas que le hacía siempre a Stephen, me bastaba para odiarla. En especial la odio más ahora, en cuanto supe del trato que tiene con el niño. Ella cínicamente pregunta quién yo era, en vez de preocuparse por el niño, no lo podía creer... ¿Qué clase de mujer es esa? Cuando le aclaré que le salvé la vida a su hijo, ahí es que entró en "preocupación" y me di cuenta lo vil falsa que era. Luego se atrevió a decirme que no iba a darme recompensa por salvarle la vida a su hijo. ¿QUÉ? ¿Quién se cree que soy? Pero no tardé en callarla y le dije una indirecta muy directa. Miré de reojo a Stephen que parecía agradarle el comentario, porque no me dijo nada ni se enojó. Tampoco quería verme mal ante él, aunque esa perra se estaba hundiendo sola sin ayuda.

Cuando Stephen pudo esquivarla mandándola a la casa con el niño y me despedí del pequeñín, pudimos charlar un breve momento. Recalcó el tema de la heladería; ese hombre es demasiado persistente. Le di la razón al final, porque lo de Christopher jamás me lo imaginaba. Cuando estábamos a gusto platicando, su mujer lo llamó. Antes de despedirse, decidió invitarme a tomar un café. La emoción no cabía en mi pecho, pero me controlé todo lo que pude y se me salió una sonrisa amplia y acepté. La loca esa seguía gritando y antes que le picara la cabeza a él o yo le partiera la cara, mejor me marchaba rápido. Solté un comentario a modo de broma y él se rio conmigo y sólo asintió risueño. Debo admitir que luce tierno cuando sonríe así y me derrite, me dio las gracias una vez más y me guiñó. Eso sí me dejó mega derretida, quería besármelo ahí mismo, pero sólo me limité a decirle adiós con la mano y me marché.

Nunca es Mucho (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora