Capítulo 41: La verdad por delante, aunque espante

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(Si se quedaron con las ganas de que pasara algo en este pasado capítulo, pues... en éste prepárense, ya que empieza picante y termina quemando.) Habrá de todo, un poco de risas, momentos sad, miedo, tensos y hot ;) Puse link de una canción por si quieren escucharla junto a la escena, está muy buena y se las puse con subtítulo.

Volvimos con cap largo de 14k palabras y sin relleno :*

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POV Omnisciente

La noche se le hizo larga a Montanari luego de que Valindra le hiciera tremendo desplante. El pobre hombre estaba más listo que un pavo de navidad en el horno. Se imaginaba tantas cosas cuando ella le bailaba y muchas veces pensó mandarlo todo a la mierda y abalanzarse encima de la mujer. Vio como ella simplemente se metió a la cama y quedó rendida del sueño. Él por su parte fue al baño y no sabía cómo terminar lo que Valindra empezó. Estaba excitado, pero tenía tanta frustración encima que no podía ni pensar en tan siquiera en masturbarse.

Tiró la puerta del baño con molestia y maldad para que ella notara que logró su cometido. Se metió a la cama con su erección aún intacta y lo único en lo que pensó fue en pegarse al cuerpo de la pelinegra. Ésta se encontraba de espaldas y abrió sus ojos de inmediato al sentir el roce del hombre.

- Si no vas a terminar lo que empezaste, ahora te conformas con sentirlo hasta que se duerma.―susurró en su oído y la pegó aún más a su cuerpo. La tenía rodeada con su brazo para que no tuviera escapatoria alguna. Ella pensó en responder, pero prefirió hacerse la dormida, aunque Jaymes sabía que no era cierto

Éste sonrió ladeado y sin darse cuenta quedó plenamente dormido acurrucado al cuerpo de su kitten "poseída" por Valindra.

Era temprano en la mañana, la pelinegra despertó y a voltearse se percató que Jaymes dormía aún. El hombre se había colocado el bóxer antes de dormir de la manera más dolorosa que se había imaginado. Valindra sonrió al recordar todo lo que había pasado y decidió que era hora de seguir jugando. Le encantaba sacarlo del quicio y encontró la manera perfecta de hacerlo perder la cabeza. Ella notó que Montanari traía la típica erección mañanera, se preguntó qué soñaba para estar en esas condiciones.

Se inclinó y liberó el miembro del hombre que prácticamente "pedía a gritos" una ayuda celestial. Ella relamió sus labios y se posicionó encima de las piernas de Jaymes. Aún traía puesta esa lencería color negro y transparencias, que hicieron que el hombre se volviera loco la pasada noche. Ladeó su cabeza y sin pensarlo dos veces llevó el miembro a su boca sin dudarlo por un instante más. Comenzó su hazaña haciendo un poco de presión con sus manos en los testículos del hombre, hasta que éste abrió sus ojos al instante. Juraba que estaba soñando y nada de eso era real, pero movió su cabeza y notó como ella subía y bajaba intensamente.

- Kitten...―jadeó y sus ojos se pusieron en blanco al sentir como la mujer trabajaba tan bien con su boca -No... te... detengas...―suplicaba entre suspiros y como si se tratara de una primera vez, sus manos agarraron con fuerza las sábanas a su alrededor

Valindra no era una mujer de seguir órdenes así que de inmediato se detuvo provocando un gruñido de parte de él. Dirigió sus manos al miembro de Jaymes y con delicadeza pasó su dedo por encima del glande haciendo que éste se sobresaltara por lo inesperado que fue. Sus manos rodearon al "soldado que quería batalla" y comenzó a masturbarlo de la forma más intensa que podía. El hombre por inercia arqueó su espalda ya que contenía sus ganas desde la pasada noche. No le interesaba en ese momento de quién se trataba, sólo quería eyacular para acabar con la tortura que tenía encima. La mujer comenzó a jadear a la par con él haciendo que la habitación se llenara de puros gemidos ahogados. Sentía humedad, pero era tan orgullosa consigo misma que no se permitía caer en el cuerpo de Jaymes. Se supone que era un juego, que tenía que provocarlo por diversión. Pero ahora lo estaba deseando, quería sentir y descubrir qué es lo que tiene él para que Larisha y Milena no se lo saquen de su cabeza. Admitía que eran iguales en muchas cosas, que hasta Jaymes tiene ese toque un poco psicópata al igual que ella. Cada vez que sus miradas se oscurecían, se reflejaba el uno en el otro. Eran tal para cual, pero nunca lo quiso admitir. Su obsesión por Stephen es algo que no puede controlar, siempre ha querido todo lo que ha deseado y ella sólo quiere cumplir su anhelado deseo. Planeó tantos años en ese hospital, la manera de cómo se iba acercar a Stephen y quedarse con él. Hizo lo que pudo para que Larisha sobreviviera a todo y cayera en los brazos del padre de su hijo. Ahora se encuentra en esta situación, masturbando al hombre que se puso en su camino. Deseando cabalgarlo hasta que eyacule la última de gota de semen dentro de ella. Decirlo así suena grotesco, pero eso quería en ese instante.

Nunca es Mucho (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora