Capítulo 8: La Cena (Parte 2)

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POV Stephen

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POV Stephen

Miré el reloj, eran las 7:00 p.m., en cualquier momento iba a llegar ella. Sentía una mezcla de emociones dentro de mí y no comprendía porqué exactamente. Quería verla nuevamente, mirar sus ojos color café que se tornan caramelo cuando los rayos del sol los rozan. Ver su sonrisa sumamente cálida. Escuchar su voz y su acento que no descifro totalmente, es como si fuera británica, pero no del todo. Me gustaba escucharla reír, ya que su risa es muy contagiosa. Tampoco no puedo negar que tiene un buen cuerpo y que cualquier hombre lo desearía. Pero eso era lo de menos, porque al final del día, ella es una chica dulce y tierna que derrite a cualquiera.

Estoy encantado con una desconocida...

¡Muy bien, Stephen!

Sophie estaba todavía probándose vestidos, se creía que era una cena de gala o algo por el estilo. No entiendo cuanto afán de ella el quererse ver tan bien. Aunque mejor no hablo mucho, porque yo estuve igual hace una hora. Estaba tratando de ver cual saco me quedaba mejor a juego con la camisa y el pantalón.

Estaba sentado en la sala mirando mi celular, pensaba mandarle un mensaje a Larisha para saber si vendría o no. De repente, escucho que tocan el timbre.

Es ella...

Rápido me levanté del sofá y fui hacia la puerta, sentí como mi pulso se aceleró, mis manos temblaban a medida que me acercaba a la perilla. Respiré profundo y cerré mis ojos, abrí poco a poco la puerta y en cuanto abrí los ojos, me topé con ella.

No pude evitar mirarla de la cabeza a los pies. Se veía tan espléndida y radiante. No podía creer lo que veía, luego su cabello lo tenía de un nuevo color que sin duda alguna le quedaba perfecto. Resaltaban sus ojos y su sonrisa. Tenía puesto un vestido negro ajustado que se moldeaba perfectamente su cuerpo. 

Al final caí en cuenta que me quedé como tarado mirándola en la puerta y no la había invitado a pasar.

—Hola Stephen―susurró y se acercó a mí para darme un beso en la mejilla. Su aroma dulce me dejo sin aliento—... No es por nada, pero me estoy congelando aquí afuera. ―dijo y se rio un poco

—Dios... perdón―pasé mi mano por el cabello—. Me quedé parado aquí como un tonto, pasa Larisha. ―estaba sonrojado de la vergüenza

—Gracias, Stephen...―susurró de una forma tan sutil mientras entraba

—Disculpa por mi cara de tarado, es que te ves fenomenal sinceramente. ―ella me sonrió ampliamente

—Tú no te quedas atrás―dijo mientras me miraba de arriba hacia abajo, haciéndome reír en un tono nervioso—. Dios, pero que galán... ¿Cuándo estrenas película? ―bromeó y me reí

—Cuando encuentre a una actriz tan hermosa de tu categoría...―respondí coquetamente mientras me acercaba a ella.

Nos quedamos mirándonos fijamente, no hacía falta las palabras. Disfrutábamos el silencio de nosotros, como si con nuestras miradas nos dijéramos tanto y a la vez nada.

Nunca es Mucho (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora