Camila
Salí de la cama y me vestí. Miré a Lauren mientras me subía la cremallera y me abrochaba los botones de los vaqueros. Estaba dormida boca abajo, la sábana apenas le cubría el trasero y los espesos mechones de su cabello se derramaban en todas direcciones. Parecía una diosa. Me había perdido en su interior dos veces por la noche y otra esta mañana, había tenido tres orgasmos y, sin embargo, todavía quería hundirme dentro de su cuerpo otra vez. No tenía suficiente. Aquel pensamiento me preocupó un poco. Jamás me sentía así. Por lo general, estaba camino a la puerta antes de que la mujer se diera cuenta de que me estaba yendo. No era que no fuera clara antes de mantener relaciones, y las mujeres con las que me acostaba conocían los términos y los aceptaban. Que lo dijeran en serio o no... No era de mi incumbencia. Tampoco lo era que pudiera mantener una relación normal, incluso aunque quisiera.
A las chicas que no pertenecían al negocio no les gustaba salir con una tipa que hacía películas porno. No las culpo. Y no me apetecía salir con una que sí perteneciera. Sabía mejor que nadie que el sexo en el plató era solo trabajo; sin embargo, no me apetecía salir con una mujer que follara con otros hombres. Así que si no estaba trabajando, me alejaba de todo eso.
Pero allí estaba esa hermosa mujer, enredada entre las sábanas de mi cama, sobre las que acabábamos de follar una y otra vez, y prácticamente quería atarla para que no se fuera. Solo la dejaría marchar el lunes por la mañana. Y sería aconsejable que entonces estuviera saciada de ella, porque no podía olvidar que ella seguiría su camino, solo que un poco después que las demás. Supongo que, al final, todo era lo mismo.
Salí de la habitación y me dirigí al restaurante de la planta baja, donde me dieron dos cafés y un par de bollos. Regresé al ascensor y me dirigí de nuevo a mi habitación para alimentar a mi diosa dormida. No pude evitar sonreír para mí misma. Podría haberlo pedido al servicio de habitaciones, pero no quería que apareciera nadie con un carrito y viera a Lauren desnuda y envuelta en la sábana. Ella era solo para mis ojos.
Abrí la puerta sosteniendo los cafés con una mano y la bolsa con los bollos en la otra. Recordé darle la vuelta al cartel de «No molestar» en la manilla de la puerta.
Cerré con cuidado y dejé el desayuno sobre la mesa. Lauren estaba en la misma posición que cuando me fui. Sonreí mientras me acercaba a la cama.
—Hola, Bella Durmiente —le susurré al oído después de retirarle el pelo a un lado.
Se movió y abrió un ojo mientras me sonreía.
—Hola... —repuso con timidez, sentándose en la cama y cubriéndose los pechos con la sábana. Miró el reloj y volvió la cabeza hacia mí, sobresaltada—. ¡Oh, Dios mío! Me he perdido la presentación del congreso.
—Sí, imagino que no hablamos al respecto, ¿verdad? ¿Te va a causar problemas? — pregunté.
Ella sacudió la cabeza antes de morderse el labio.
—No es obligatorio asistir ni nada. Nadie sabrá si estuve en la presentación o no. Nunca he hecho nada semejante... —Se quedó callada un buen rato, sumida en sus pensamientos—. ¿Sabes qué? No pasa nada. Pero mañana por la tarde hay una ponencia a la que quiero asistir, la que me ha traído aquí. Sin embargo, me da igual perderme el resto. —Parecía casi sorprendida antes de volver la cara hacia mí con una gran sonrisa —. ¿Es café eso que huelo?
Me acerqué, cogí una taza y se la llevé.
—Tengo bollos, ¿quieres uno?
—Me encantaría. Ha sido muy amable por tu parte.
—Nena, te gruñía tan fuerte el estómago que pensé que era un avión despegando. No podía dormir con ese ruido. Se le escapó la risa y tuvo que ponerse una mano delante de la boca para no dispersar el sorbo de café que acababa de tomar.
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Cariño,Te Amaré Por Siempre (Adaptación camren G!P)
RomanceLauren Jáuregui tiene un plan. Ha organizado su vida a la perfección y se siente orgullosa de conseguir siempre sus objetivos. Sabe quién es, de qué forma vivirá, jamás da un paso en falso, y nunca se ha parado a considerar lo que desea en realidad...