Capítulo 30

8.8K 431 71
                                    

Lauren

Desperté lentamente y me acurruqué en aquel nido caliente que me rodeaba. Estaba enterrada bajo un montón de mantas, envuelta en el olor de Camila. Suspiré de felicidad, presa de la alegría.

No sabía cuánto tiempo llevaba durmiendo porque las persianas estaban bajadas y la habitación a oscuras. Pero Camila no estaba conmigo.

Me senté y vi una bolsa de lona cerca del armario, así que me levanté de la cama y me acerqué para mirar dentro a escondidas. El interior de la cabaña estaba frío, pero no helado, y me llegó un débil olor a fuego de leña.

En la parte superior de la bolsa de Camila había una camiseta térmica de manga larga, que me metí por la cabeza. Rebusqué un poco más y me encontré unos bóxers.

Sonreí mientras me los ponía y me aseguraba la cinturilla de manera que no se me cayeran.

Cuando fui al cuarto de baño, utilicé el cepillo de dientes. Después me asomé por el pasillo. Ella no estaba por ninguna parte.

Me dirigí al salón, donde estaba la chimenea, y la estudié más en profundidad. La cocina era americana, y estaba detrás de una barra, así que no la podía ver en su totalidad. El fuego estaba encendido y los muebles eran de estilo rústico, con un montón de mantas en los reposabrazos y en el respaldo. Era una estancia donde daban ganas de acurrucarse y quedarse un rato.

Había grandes ventanales en todas las paredes y se disfrutaba de una hermosa vista de los pinos nevados que rodeaban la cabaña. afuera, la nieve seguía cayendo suavemente.

-¿Has dormido bien, Botón de oro? -oí mientras Camila me rodeaba con sus brazos desde atrás. Me besó el lateral del cuello y ladeé la cabeza para que pudiera acceder mejor.

-Mmm... -suspiré-. ¿Por qué me llamas Botón de oro? -Sonreí e incliné todavía más la cabeza, disfrutando de la sensación que provocaban sus labios en mi piel.

Se quedó quieta a mi espalda y detuvo el movimiento de sus labios, haciendo que la mirara. Puse una expresión inquisitiva mientras sus ojos se llenaban de calidez. Me estudió pensativamente.

-Cuando era niña, solía recoger esa clase de flores en el jardín de mi abuela. Ella me acariciaba la mejilla con una y yo le hacía lo mismo; eran amarillas y brillaban como el sol.

Soltó el aire con una leve sonrisa en los labios. Contuve la respiración con el corazón acelerado resonando en mis oídos mientras bebía cada palabra.

-Cuando le pregunté por qué brillaban tanto, me dijo que cuando te gustaba algo o le entregabas tu corazón a algo, su brillo se convertía en parte de ti y también resplandecías. La primera vez que te vi, Lauren, para mí brillabas; ni siquiera pensé que me gustabas -se rio con suavidad, mirándome con expresión tierna-, pero no podía negar que brillabas. Para mí, todavía sigues haciéndolo. Tantos años, Botón de oro..., y sigues brillando.

Se me escapó un pequeño sollozo y las lágrimas inundaron mis ojos al tiempo que la atraía hacia mí para besarla en los labios. Nos quedamos allí durante un buen rato, estrechamente abrazadas, mientras ella me limpiaba las lágrimas que corrían por mis mejillas.

-Gracias -dije por lo bajo. Lo que me acababa de dar no venía envuelto en un papel elegante, no venía atado con un lazo, pero era un regalo. Algo que me había entregado con el corazón, un regalo de verdad.

Después de unos minutos, cuando conseguí tranquilizarme, me aparté un poco.

-¿Qué hora es? -preguntó.

-Solo son las doce. Has dormido menos de cinco horas.

Me giré entre sus brazos para mirar por los ventanales.

Cariño,Te Amaré Por Siempre (Adaptación camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora