Mina
El camino al departamento fue completamente en silencio. Por mi cabeza pasaban tantas preguntas y sabía, que no me gustarían sus respuestas. Momo iba sentada, con los ojos cerrados. Tenía puesto sus audífonos. Se veía algo tensa. Si esto hubiera pasado en Estados Unidos probablemente me sentiría con la confianza de acercarme a ella y acariciar sus hombros, masajear su espalda y sus piernas pero no, estábamos en Corea y todo volvía lentamente a donde Momo lo había dejado hace 2 años atrás.
Apenas el auto frenó afuera del edificio abrí la puerta y salí. No tenía ganas de hablar con Momo aunque, sabía que, por mi reacción probablemente ella no tardaría en ir a buscarme. Tome el ascensor hasta el último piso. En la azotea Momo había pedido que construyeran una pequeña sala de baile. Si había algo que nos había unido mucho en los Estados Unidos era, que ambas nos habíamos reencontrados con la danza. Después de todo, el baile fue lo que nos terminó uniendo en San Francisco.
Flashback Mina, San Francisco
-¿Te gusta? – Momo tenía sus mejillas ruborizadas.
-¿Por qué te sonrojas? – Momo trató de esconder su rostro mirando hacía el suelo - ¡Hey!, Te estoy hablando – coloqué mi mano izquierda en su mentón y lo levanté para que me mirara - ¿En serio hiciste esto por mí?
-Creí que sería una buena idea tener nuestro propio salón de baile claro, aparte de los de la academia.
-¿Este es mi regalo de cumpleaños?.
-¡Oh vamos Mina!
-¿Qué? – le sonreí mientras tomaba su mano.
-No me hagas decirlo.
-¿Por qué no? – me acerqué a su rostro y noté como sus facciones se tensaron – eres demasiado tierna – besé su mejilla derecha, me voltee y comencé a bailar por cada rincón del salón. El piso estaba en perfecto estado, había espejos hasta en el techo, venía con un equipo de música increíble.
-Feliz cumpleaños Mina – voltee a mirarla desde la distancia. Por su rostro, sabía que no era lo único que tenía que decirme – no encontré otra forma de agradecerte todo lo que has hecho por mí. Has renunciado a muchas por...
-Por mis sueños – la interrumpí – no quiero que creas que esto es sólo por ti, quizás al principio si lo era pero ahora, ahora es por mí – hice una pausa – quizás sea para las dos – estiré mi brazo – ven, baila conmigo.
-Oh no, eso si que no.
-Oh vamos Momo, ¿Hace cuánto no lo hacemos?
-Mmm... desde.
-¿Ves? Ni siquiera puedes decírmelo – me acerqué a ella y tomé su mano – Vamos a bailar.
Le puse play a la lista de reproducción que la misma Momo había hecho para mí de regalo de cumpleaños. Para mi sorpresa y para la de ella era un lento. Nunca entendí muy bien cómo Momo siendo tan tímida en ciertas ocasiones terminó enamorándose de Nayeon. Ellas dos eran el claro ejemplo de que los polos opuestos se atraían.
Momo llevó una de sus manos a mi cadera y con la otra arropó mi mano derecha. Comenzamos a dar vueltas por todo el salón, no pasó mucho tiempo para que el amor que ambas teníamos por la danza se hiciera presente. De a poco comenzamos a soltarnos, de repente, nos dimos cuenta que estábamos haciendo una coreografía. Las tomadas que hacía con sus manos eran muy fuertes.
La música ya estaba por terminar cuando Momo ocupó toda su fuerza en levantarme. Sus brazos abrazaron mis piernas que se encontraban completamente extendidas y mientras la música se iba apagando ella comenzó a aflojar el agarré para que mi cuerpo bajara de forma lenta. Sentí como la punta de su nariz rozó mi estómago y mi pecho izquierdo. Bajé la vista al sentir el roce y para mi sorpresa ella me estaba mirando. Nuestras narices chocaron y no pasaron ni 4 segundos para que las mejillas de Momo se ruborizaban nuevamente. Por mi parte, sentía mi cuerpo temblar.