Momo
Sólo quedaba una hora para que Nayeon y yo estuviésemos casadas legalmente. Cada vez que se me pasaba por la cabeza la idea de que, pasaría toda mi vida con ella, sentía cómo las mariposas en el estómago crecían mandando pequeños golpes eléctricos a mi medula espinal. No podía dejar de sonreír. Sentía que me dolían las mejillas de tanto hacerlo.
Parada frente al espejo de cuerpo entero, mirando mí traje de dos piezas negro se me pasó frente a mis ojos todos los recuerdos que he creado con las chicas. Cada lágrima, cada comida, cada risa, cada premio, cada promesa – No llores idiota, se te correrá el maquillaje – repetí en voz alta.
Acomodé el único detalle que le faltaba a mi outfit. La pequeña corbata. Traté de hacerlo sola pero, claramente no podía – mierda – gemí al frustrarme. Justo en ese momento sonó mi celular. Cuando lo tomé en mis manos me di cuenta que era un número desconocido, no sabía si contestar. Dejé que sonará hasta que parara sólo, creí que no volverían a llamar pero, me equivoqué.
-Hola – decidí contestar.
-¿Por qué no me contestabas? – sentí como se comenzaba a formar una leve sonrisa por las comisuras de mis labios.
-Lo siento, nunca guardé tu número y no suelo contestar números que no tengo agendados – hubo algunos segundos de silencios - ¿Qué pasa Yeri?
-¿Sabes que estoy en el matrimonio verdad?
-Si.
-Nayeon me dijo que no solo se casaría Sana y Dahyun – otro silencio incómodo – hazla feliz ¿bueno?. Te estas llevando contigo lo que más he amado en este mundo, la persona que más me ha hundido y sacado a flote emocionalmente hablando. Puede sonarte raro pero, aún sigo enamorada de ella – Yeri hizo una pausa y yo, seguía sin decir nada – estar enamorado también significar dejar ir. Sé que estará bien en tus brazos.
-Yeri...
-No interrumpas, aún no termino.
-Bueno, lo siento.
-Te estaré vigilando Hirai, créeme que me verás en persona el día en que la hagas llorar o salgas corriendo y dejándola sola nuevamente.
-No haré nada de eso.
-¿Me lo prometes?
-Claro, no te dejaré a Nayeon tan fácil sabes – pude escuchar una leve risa detrás del teléfono.
-Sigues siendo una imbécil Hirai, nos vemos en la boda – ella colgó sin darme la oportunidad de responder. En mi cabeza sólo daba vuelta la frase que había dicho hace algunos minutos atrás. "Enamorarse también es saber dejar ir".
-¿Por qué tan pensativa? – la puerta de la habitación se abrió, levanté la vista y eran Sana con Mina – Woow te ves...
-Increíble – Mina terminó la frase por Sana.
-Gracias – respondí algo tímida.
-¿Con quién hablabas? – preguntó Sana.
-Con Yeri – las dos me quedaron mirando.
-¿Por qué te llamo? – Sana se sentó en una de las sillas. Llevaba puesto un traje de dos piezas negro increíble. Completamente ceñido a su cuerpo. Desde cuando Sana tenía proporciones tan perfectas.
-Nada en especial, desearme suerte.
-Pfff esa niña nunca te ha deseado suerte Momo – dejo escapar Mina quien llevaba puesto un vestido color crema. Era ajustado en la parte inferior y de largo le llegaba sobre sus rodillas. La parte superior era algo holgada, tenía un escote gigante y su espalda completamente descubierta. Sexy como siempre.