Te amo Spen

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Atención para los viejos lectores o para los que ya saben la historia, esta parte está cambiada ya que hay cosas de las cuales no tienen mucho sentido, por lo que decidí modificarla un poco. Gracias por su atención.

***

Jayden se dejó su celular en el bolsillo y salió trotando de su casa. En tan sólo 4 horas se tendría que juntar con su amiga, al pensar en Spencer su rostro enrojecía y tuvo que sacudir la cabeza más de una vez para despejar su mente. Lo único malo es que no tenia ninguna idea de como confesarse, las palabras no eran muy lo suyo en ocasiones así.

Optó por ir a pedirle ayuda a su amigo James. Por ello, al llegar a la casa del rubio, Jayden toca la puerta dos veces y espera a que su amigo se digne a abrirle.

El rubio aparece detrás de la puerta todo desordenado, con pijama y su cabello similar a un torbellino. James no era de despertarse temprano, bueno tampoco era temprano, eran las 3 de la tarde.

−¿Jayden? ¿qué te trae por aquí? ¡¿y tan temprano?!− se quejó el rubio haciendo pucheros, Jayden volcó los ojos pasando de el y tirándose al sillón, su amigo rubio imitó la acción esperando alguna palabra del pelinegro.

−Primero, no es tan temprano y segundo, necesito tu ayuda− explica Jayden, el muchacho de cabellos dorado se pone una mano en el mentón como si estuviera pensando −¿qué ocurrió?− preguntó observando las expresiones del pelinegro.

−Yo... Me confesaré a Spencer− murmuró el pelinegro con un poco de timidez. James por su parte abre los ojos sorprendido y aplaude sonriente −¡ve a por ella amigo mío! ¡es una buena chica!− expresó el rubio con emoción a la vez en que soltaba silbidos y palmeaba la espalda de su amigo −lo sé− afirmó Jayden mientras blanqueaba los ojos al ver al rubio tan eufórico mientras le lanzaba miradas picaronas.

−Entonces ¡¿por qué no vas ahora?! ¡vamos! ¡no dejemos en intriga a la chica! o ¿quieres aprovecharte de mi antes de irte a los brazos de Spen?− el rubio bajó y subió las cejas coqueto pero fue golpeado por Jayden −si serás, bueno James necesito tu ayuda... Ya, seré sincero, no tengo ni idea de como carajos confesarme− explicó el pelinegro cruzándose de brazos para disimular su interna verguenza.

El rubio sonrió ampliamente −¿por qué no sólo vas y se lo dices?− respondió James pensando lo divertido de la situación con su amigo suicida −pensaba hacer eso, pero primero: soy un asco hablando y refiriéndome a algo, segundo: ¡eso es muy básico! quiero confesarme cosa que ella jamás lo olvide− se expresó frustrado el pelinegro, James pegó un chiflido −wow esa chica te trae loquito ¡bien! entonces... ¿Por qué no mejor le haces una carta? tal vez puedas expresarte mejor con lápiz y papel que con palabras− sugirió el rubio, Jayden se lo pensó poco y aceptó la idea.

Posteriormente, ambos fueron a la habitación del rubio para empezar con la carta.

Una hora más tarde, luego de intentos fallidos y equivocaciones pequeñas más una que otra entretención con él rubio, Jayden estaba listo. En sus manos tenía un sobre de color melocotón junto con una rosa roja y blanca, no sabía cual de las dos darle, por ello optó entregarle ambas.

Todavía era temprano por lo que los dos amigos decidieron dar unas vueltas para pasar el rato−¿saldrás con la pijama?− preguntó el pelinegro a su amigo de hebras doradas −que pereza cambiarse. Total, igual parece ropa casual− y era verdad, el pijama de James consistía en una camiseta negra y un pantalón gris parecido a esos que se usan para hacer ejercicio −¿y las pantuflas?− inquirió con las cejas alzadas, James sólo las miró y se encogió de hombros −¿qué importa? bien, vamos y deja de burlarte de mis bellas pantuflas− ambos amigos rieron.

Chats con ¿un chico suicida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora