(Donde Jayden aún no conoce a la chica rara de WhatsApp)
Querido infierno en el que viví:
Por lo que me dieron a entender; la mejor forma de amenizar el caos que tienes por vida y hacerte comprender lo podrido que puedes estar por dentro. Es escribir aquellos sucesos que más te hicieron vivir en este patio de cadáveres. Tal vez y exagero, pero así es como me siento respecto a ello.
La cosa es que, no tengo la menor idea de qué escribir aquí exactamente. Cuando empecé no lo tenía muy en claro tampoco. Quizás deba comenzar por mi niñez, donde fue el momento en que mis tormentos tuvieron principio.
A la edad de cuatro años, vi lo que menos debería ver un niño, veía a mi padre golpear a mi madre por cualquier cosa. Más si ella salía de la casa aunque fuese para comprar el pan, el salía a buscarla pero nunca para traerla devuelta a casa. No señor, el la golpeaba ahí mismo donde la encontró. Así era el día a día en mi casa empero yo bloquee esos recuerdos y omití muchas palizas a mi madre. Pues era un niño, alguien que vivía en su mundo y que no quería ver más dolor en el rostro se su madre. Es recordarlo y que una cólera se propague por mi garganta, siento todo ese odio que no solamente va dirigida hacia mi padre sino a mi también, siento esa impotencia que me daba saber y no hacer nada.
Gracias a eso me odio.
No obstante todo sigue, ese era solo uno más de mis tantos lamentos, hay muchas más cosas de las que desearía tener.
En el jardín de niños. Recuerdo que era muy callado, no hablaba mucho con los compañeros de mi mismo salón, por no decir con nadie, sencillamente les ignoraba. En esa instancia fue en el que conocí la música pero no la descubrí por mi mismo. La señorita Verónica mi ex "tía" era la que estaba a cargo de todos nosotros y nos cuidaba, ella me enseñó el mundo de la música.
A diferencia de los demás niños de mi salón. Yo siempre recibí un tipo de "trato especial" si así se le puede llamar. El día en que ella me regaló una guitarra para mi cumpleaños lo supe. Frecuentaba mucho su casa después de las clases, pues no me apetecía en absoluto volver a mi casa y para hacerle un favor a mi mamá, desde que logré entender el concepto de las calles y el de tener cuidado, comencé a devolverme solo.
La señorita Verónica era alguien amable, no parecía molestarle mi presencia esos días, incluso ella misma me iba a dejar a casa. Aunque hubieron excepciones cuando tenía otras obligaciones. Para ese entonces, me surgió un flechazo con ella, tuve un cariño muy infantil del cual ahora sé que era gustar, ya que ella fue la persona más amable hasta el momento conmigo.
Hasta que todo se tornó negro cuando tenía 6 años. Había vívido un sinfín de peleas de mis padres para ese entonces y ya estaba en mis límites como para poder quedarme callado. Cuando vi que mi padre se aproximaba para hacerle daño a mi mamá, me interpuse y le grité que parara. La impotencia fue lo que explotó en ese momento, no podía ver como golpeaban a mi mamá de esa forma más, era insoportable. Pero aquel día dudé de si mi interferencia fue la más correcta. Los golpes de mi padre hacia mi fueron dolorosos, pero el daño físico fue lo de menos, sentía que rompía una cosa más, que destrozaba algo más en mi, nunca me pare a pensar qué era en realidad, pues los gritos de mi padre diciéndome que era una basura fue lo único que escucho al recordar. Y el odio fue solamente para mi.
Fui impulsivo, recuerdo que le grité y que esquivando sus golpes, salí corriendo y escapé. No tenía a nadie, James no había aparecido aún en mi vida, en ese tiempo estaba solo, empero sabía bien que tenía que salir de ahí.
Entonces fui al único lugar donde me sentí acogido y cuya persona que vivía ahí podía ayudarme; la señorita Verónica.
Al sentir sus brazos alrededor de mi fue reconfortante, más no lloraba, me quedé rígido y confundido. Ella me dejó dormir en su cama y llamó a mis padres, comunicandoles que volvería mañana en la tarde por lo consternado que estaba y que ella se encargaría de calmarme.
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Chats con ¿un chico suicida?
RomanceDesconocido en línea. Desconocido: Oye Dana, parece que me dejé mi navaja en tu casa ¿puedo ir a buscarla ahora?. Yo: ¿Quién rayos eres?. Desconocido: Dana, no estoy para tus bromas. Yo: ¿Quién es Dana? ¿y para qué necesitas una navaja?. Desconocido...