Al día siguiente, Shiro ya había tomado una decisión.
Era hora de que sus angelitos fueran suyos por completo, no podía contenerse más y si forzaba a su propio cuerpo a la abstinencia sin siquiera haber sido rechazado... Pues era masoquismo.
Por su lado Keith estaba más radiante que nunca, le había sentado tan bien aquella pequeña sesión privada de atención que simplemente no podía ocultarlo, saltaba de una lado para el otro, cantaba y se contoneaba al ritmo de las canciones en su mente.
Pero Lance, Lance era una historia distinta, estaba ligeramente alejado, celoso y también avergonzado. Había visto y escuchado todo.
— Oye, Lance, ¿me pasas la crema?— ni siquiera había notado que el pelinegro se había sentado a su lado con un enorme bol lleno de fresas, pero al escuchar su voz recordó con una nitidez impresionante, sus gemidos mientras Shiro, le tocaba.
Ah... Shiro... Ah .. Mngh... Se siente bien...
Con las mejillas coloradas y el pulso a mil se estiró con cuidado para darle la lata con crema al ojipurpura, tratando de evitar que viera el apenas notorio bulto en sus shorts.
El más bajo le brindo una sonrisa agradecida y empezó a comer sus fresas embarrandolas con crema, una a una. El castaño sentía su mente explotar incapaz de mover su mirada de los labios del pelinegro cubiertos de crema.
Respiró profundo sin resultados, empezaba a desesperarse.
— ¡Lance! — reclamó Keith cuando de la nada el castaño le lanzó un trapo que se estampó en su cara.
— Lo siento (?) — trató de disculparse el ojiazul pero cuando lo hizo un líquido pegajoso embarro su rostro. La crema.
Se levantó con gesto firme al igual que el pelinegro se miraron un rato y se abalanzaron el uno contra el otro.
El mayor entró a su apartamento con unas grandes bolsas en sus manos, por supuesto cosas necesarias para su pequeño plan. Mientras preparaba una excusa para que sus chicos no vieran el contenido una lata de crema estuvo a punto de darle en la cabeza.
Keith y Lance tirados en el suelo, el pelinegro sobre el más alto tratado de lamer su rostro, mientras que el castaño chillaba desesperado por evitar que le "baboseara" la cara.
Aprovecho la distracción y huyó a esconder sus compras discretamente.
Par de niños distraídos.
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Un Amor Poco Convencional
FanfictionLo ofrecido es deuda he aquí lo que les comenté que haría.