Capítulo 27

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— Que cruel eres Shiro — se quejó Lance en un murmullo avergonzado mirando la caja que su Daddy les había enviado por correo.

Vamos angelitos, me lo deben. No tendrán que grabarlo, tan solo hacerlo mientras estamos en videollamada — trató de convencerlos. Pero los chicos se sentían muy avergonzados como para hacer una videollamada después de todo lo que habían hecho.

A la primera fotografía erótica le habían seguido muchas más e incluso un par de vídeos bastante cortos que habían dejado al mayor ansioso y caliente como nunca antes. Ver a su dulce Keith con el miembro de Lance en su boca, o a Lance jugando con su entrada sin despegar la mirada de la cámara, eran cosas que simplemente no podía dejar pasar, es más, quería aprovechar la repentina desinhibición de sus pequeños al máximo.

Pero los menores no pensaban igual, hacer las fotos y los vídeos había sido divertido porque eran ellos y la cámara pero hacer eso frente a su Daddy. Sería demasiado vergonzoso.

— Pero Daddy... — intentó ahora el pelinegro con un pequeño pucherito en sus labios.

Prometo que será divertido, vamos amores... Por favor — insistió Shiro.

Sonrió ampliamente al ver a sus pequeños asentir derrotados con los rostros brillando de un dulce color carmín. Sin perder tiempo concluyó con la llamada telefónica y sacó su laptop, la encendió y accedió de inmediato a Skype.

Un par de segundos más tarde ya estaba en la dichosa videollamada con sus ángeles que aún sonrojados no habían hecho movimiento alguno.

Sin mediar palabra, lentamente fueron quitándose las prendas hasta quedar desnudos por completo. Lance se recostó sobre la cama echando sus brazos hacia atrás mientras Keith se acomodaba sobre sus piernas. Con un desesperante lentitud, el ojivioleta deslizó su lengua por el torso de su compañero, dejando besos húmedos y pequeños mordiscos por todo el sector.

Pegó sus caderas a las contrarias y sin más demora empezó a moverse sobre él, rozando sus erecciones para ponerlos a tono.

Una vez sus amiguitos estuvieron bien alegres y orgullosamente erectos, se dispusieron a realizar la peor parte.

Abrieron la caja y lentamente sacaron el enorme dildo que estaba en su interior. Era muy largo y tenía dos puntas, algo así como una barra de ule con puntas redondeadas. Lo untaron con el lubricante que había llegado en la misma caja y se pusieron de cuclillas, pegando sus espaldas.

Mientras Shiro ya había liberado su propia erección, y la acariciaba con evidente entusiasmo.

Lentamente fueron echándose para adelante quedando en cuatro sosteniendo aún, cada uno, una punta del juguete. La dirigieron hacia sus entradas con cuidado y fueron introduciendo el juguete hasta que sus traseros chocaron entre sí.

Luego lentamente empezaron a moverse sincronizados, de adelante hacia atrás. Cada movimiento terminaba con el obsceno sonido de sus traseros chocar y sus gemidos en alto.

Jadearon y gimieron el nombre de su Daddy, aún más excitados al poder ver a través de la ventana como se masturbaba embelesado.

Sus movimientos se volvieron un frenesí, creando una atmósfera mucho más caliente, entre salida y entrada, arriba y abajo, adelante y atrás.

No pudieron más y se corrieron, fuerte y sonoro.

No soporto más estar tan lejos de ustedes, volveré la próxima semana — confesó. Los extrañaba mucho y no solo por las deliciosas noches juntos, sino porque extrañaba a sus ángeles en sí. Los berrinches de Lance, lo gruñidos de Keith, sus peleitas, sus abrazos, sus besos, sus caricias.

— Por fin Daddy, vuelve cuánto antes — desearon emocionados con lágrimas de felicidad en los ojos. Ellos también lo extrañaban muchísimo.

Los amo mis amores.

Un Amor Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora