Capítulo 12

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— Considerenlo una práctica — el pelinegro no podía sentirse más avergonzado y el pobre castaño estaba de piedra. Su Daddy definitivamente estaba desquiciado.

— Pero Shiro...

— Por favor — los miró con ojitos suplicantes mientras movía el sofá y lo colocaba frente a la cama, para poder admirar el espectáculo en buena posición, obviamente dando por hecho que sus bebés no se negarían — Háganlo por mí.

Los chicos se miraron entre sí como si lo pensaran, pero terminaron por ceder.

Asintieron avergonzados, sobretodo por el hecho de lo satisfechos que los dejaba su mirada de aprobación. Era tan vergonzoso.

Dándole una última mirada al mayor empezaron a besarse, se odiaban a sí mismos por haberle creado un nuevo fetiche. Sí, ya antes se habían besado y sí también se habían toqueteado un poco, pero esto era demasiado.

Sus lenguas se encontraron en una danza tan lenta y sensual que parecía un baile erótico entre estas, mientras sus manos se deslizaban tímidas y cohibidas sobre el cuerpo ajeno, tanteando y explorando.

Luego de un par de besos más la ropa empezó a ser un estorbo, la tiraron junto a la cama aún muy avergonzados para emitir cualquier sonido. Cuando estuvieron totalmente desnudos no tardaron en empezar a frotarse y entre ellos, piel contra piel, la temperatura usualmente baja del pelinegro y la cálida del castaño, chocando entre sí mientras sus ya muy animadas erecciones se consentían una a la otra.

De fondo el tintineo del cinturón del mayor, y luego el cierre de su bragueta deslizándose hacia abajo.

Aun mientras mantenían el contacto entre sus cuerpos Lance se dedicó a preparar la entrada de su compañero, Shiro había sido muy específico. Lo quería todo y ellos no iban a negarselo.

Un Amor Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora