Capítulo 10

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— Shiro, no quiero usar estos pantalones — los chicos miraban la horrible ropa que el mayor había puesto frente a ellos como si la hubiera sacado del basurero.

— ¿Y que hay con esta horrible camiseta?

— Por favor, chicos, esto es necesario. Hoy tenemos visitas y si esa persona los ve con sus faldas y sudaderas, voy a arrancarle los ojos con la cuchara para el postre — a pesar de sus constantes intentos, no logró que lao chicos se pusieran aquella ropa tan desagradable a su parecer.

Hasta que se hizo tarde para insistir, pues el timbrazo bastó para saber que su socio ya estaba ahí. Fue hasta la entrada lo dejó entrar.

— Lotor, qué gusto verte hermano. Adelante — después de un falso saludo afectuoso el par de chicos vieron entrar al joven invitado. Un hombre de larga cabellera platina, cuerpo alto y esbelto, bastante atractivo.

— Linduras, me presento, soy Lotor.

— Soy Lance y el es Keith — se presentaron algo nerviosos, aquel hombre emitía un aura peligrosa. Les producía cierto temor.

Shiro se sentó en un saludo sillón individual frente a su invitado y empezó la charla sobre negociación. Mientras iban conversando el mayor decidió ir a la cocina a por cervezas para el y su visita cometiendo el grave error de dejar solos a sus chicos con aquel lunático.

— ¿Puedo sentarme con ustedes? Me siento solo en este enorme sofa — los chicos aún muy nerviosos tan solo atinaron a asentir para luego sentir al hombre de cabello platino entre ellos. — Vaya mercancía, no sabía que Shiro tenía tan buen gusto — mientras lo decía deslizó una de sus manos hacia el trasero del pelinegro y uno de los pezones del castaño apretandolos con fuerza. Keith indignado trató de empujarle, pero al hacerlo sintió un dedo muy cerca de su entrada y al castaño en las mismas condiciones.

— Eres un tanto salvaje, me gusta, pero no te recomendaría moverte tanto — en ese preciso instante Shiro apareció frente a ellos con las cervezas en mano. Una mirada oscura cruzó por su rostro.

— Tienes hasta la cuenta de tres, para quitar tus asquerosas manos de mis chicos, y sacar tu trasero de mi casa. O te quedas manco.

Un Amor Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora