Capítulo 19

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Salió de su habitación más temprano de lo usual, sabía que Keith era el primero en levantarse y quién preparaba el desayuno. Con cuidado se acercó a él, abrazándolo por la cintura, acariciando vagamente sus caderas y hundiendo su boca en su cuello.

El cuerpo del menor respondió aún bajo el evidente susto, su cuerpo se arqueó ante el contacto reconociendo su calor y un gemido quiso escapar de su barrera inquebrantable contra él.

Dejó que su erección mañanera se paseara un rato por su pequeño trasero.

- He mentido, no fuí con ningunos amigos, solo estaba molesto porque no me prestaban atención - confesó en su oído deslizando con delicadeza su torso, bajando peligrosamente hasta su pelvis.

- Eres un idiota - sorpresa era poco para representar lo que sentía, en un abrir y cerrar de ojos se encontraba besando a su querido pelinegro, que atacaba su boca furioso después de caer a su merced con un gemido de abandono y necesidad, devolvió el beso con misma pasión tratando de imponerse, estaba tan excitado sin ningún tipo de control destrozó lo camiseta y la tiró lejos, sus pantalones habían abandonado sus piernas hace rato y se habían llevado con ellos a su boxer.

El cálido interior de Keith le dió la bienvenida con mucha más facilidad de lo esperado, de inmediato supo que seguramente el haya estado jugando consigo mismo en su ausencia y eso solo le puso más.

Esta vez no hubo sutilezas, tan solo una lucha salvaje por el control que pronto fue suyo, se deleitó con los gemidos de su pequeño suplicando por más, pero con las uñas bien firmes clavándose en su espalda tratando vanamente seguir en pie en la pelea.

- Lo siento, lo siento Daddy - con una mirada de suficiencia se tiró de espaldas en el colchón aún dentro de su pobre angelito que parecía a punto de derretirse.

- Aún así debo castigarte amor, fuiste muy malo. Cabalga para tu Daddy y tal vez olvidé tu comportamiento tan inapropiado - lentamente el chiquillo pudo sentarse y sin dudarlo un solo segundo empezó a balancear sus caderas de adelante hacia atrás, en círculos y de arriba abajo, sus gemidos fuertes, claros y seductores tentando al mayor, provocándole.

El orgasmo les llegó fuerte y agresivo, en medio de un beso lujurioso pero dulce a la vez. El pobrecillo se dejó caer exhausto en el pecho de su Daddy. Soltó un último gemidito de gusto, antes de quedarse dormido.

Era hora de disculparse con su lindo castaño.

Un Amor Poco ConvencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora