Punto y Aparte. 1

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El alcohol realmente había subido hasta sus neuronas si es que ni siquiera podía sostenerse en pie sin apoyar su mano por los árboles que rodeaban el sendero, y a pesar de ello, se negaba a soltar la botella de whisky que traía.

La luna se encontraba impedida de alumbrar a causa de las nubes que amenazaban con lluvia, resultando en la oscuridad total de los senderos de la pequeña ciudad, pero algunos relámpagos deseosos de caer en forma de rayo, iluminaban el lugar cada cierto tiempo.

Ciertamente ni el tiempo era capaz de impedir al rubio de salir a un cabaret a beber esa noche. La misma consistía en derrochar el dinero en las bellas damas que brindaban sus sensuales danzas a los presentes, con atuendos que no dejaban casi nada a la imaginación. Este se encontraba deseoso de pasar la noche con las más bellas bailarinas que ofrecía el local, y luego de ya haber obtenido a algunas, deseo tener una última. Había ido tras la joven inglesa de cabellos castaños y ojos verdes, pero esta no se vio afectada por sus encantos como las demás y lo rechazó fríamente. Esto no había hecho otra cosa que ofenderlo, creando así un escándalo innecesario en medio del establecimiento, y agregándole el hecho de que ya estaba bajo cantidades irregulares de alcohol, ocasiono el desastre suficiente para que los encargados lo echarán de allí, aunque este no se largó de allí hasta que hubo obtenido la botella de whisky que, hasta donde iba de camino, ya estaba medio vacía.

"Maldición, tengo hambre."

Sin sus cincos sentidos activos al cien por ciento, no tenía muchas opciones que digamos. Muchos de los residentes aún estaban despiertos por la festividad del 25 de diciembre, y si por algún error llamaba la atención de todos a mitad de cacería, era indefectible que se diera por muerto. Las probabilidades no estaban a su favor si se trataba de saciar su sed en esa noche.

Hasta que, por culpa del destino, logró divisarla.

Una pequeña cabaña a la distancia, alejada de los demás hogares e incluso del mismo sendero en el que iba. Tal vez por causa de la sed de sangre tan irracional que sentía o por culpa del alcohol que afectaba su capacidad de raciocinar, Kise no lo pensó ni dos veces y emprendió con dificultad el camino hacia la cabaña.

Al llegar cerca de esta pudo claramente oír como dos personas entablaban una conversación tranquila. Se asomó lentamente por la ventana y gracias a la luz del farol de la época, logró distinguir con claridad a una joven pareja. Ambos se encontraban charlando en la cocina sobre trivialidades. El rubio fijó primeramente sus ojos en la mujer, esta poseía una larga y preciosa cabellera negra que le llegaba hasta las caderas, complexión fina y sutiles pero provocadoras curvas; luego dirigió su mirada al acompañante, contaba con un dorado oscuro como color de cabello y unos ojos tan azules cual el mar, no resaltaba en músculos ni en una estatura, un hombre normal del pueblo.

"Sería una pena arruinarles la velada, ¿No?"

Lo había decidido, ambos serían la fuente de sangre que lo mantendría satisfecho por unas tres semanas como máximo. Dando un último trago a la botella, que dio fin al líquido que contenía, abrió la puerta de manera estrepitosa dando un susto tremendo a los residentes de la misma.

—Muy buenas noches, — Pronunció con la notable voz de un ebrio. — he venido a darles la noticia de que tendrán el increíble honor de convertirse en mi cena. — Tras esto sonrió como solo un vampiro podría hacerlo, con colmillos.

Antes siquiera que la mujer pudiera dar el clásico grito de las películas de terror, Kise se trasladó hacia ella con una velocidad ilógica, para luego sostener su cabeza y darle un brusco giro, acabando con su vida al instante. Poco después le siguió su pareja, quien había dado un fallido intento de alcanzar el afilado cuchillo ubicado en la alacena.

"¿Acaso no sabe que soy inmune a esas mierdas?"

El rubio observó atentamente a la pareja que yacía muerta en el suelo, el tiempo en que lo hizo se extendió y hubiera seguido si un relámpago acompañado de un trueno no lo hubiera sacado de sus pensamientos.

"Mejor me apresuro en beberla antes de que se enfríe"

Para cuando había acabado de beber, la velada ya había alcanzado su punto de media noche.

Mientras se había ocupado de saciar su sed no había tomado en cuenta de que acabaría manchado por el líquido rojo, por lo cual terminó manchando en pequeñas porciones su abrigo marrón. Algo frustrado por su irresponsabilidad, se deshizo de la prenda y la lanzó al basurero de la cocina. Y es que, ahora que había vuelto a sus cincos sentido gracias a la sangre, se percató del desastre que había hecho. Tomó primeramente la botella de whisky y la tiró al basurero, luego observó ambos cuerpos y los tomó para apilarlos en la salida trasera de la cabaña. El rubio no era idiota, sabía que si dejaba todas esas pruebas era obvio que al amanecer todos se percatarían de lo que había ocurrido, llegando todos a la obvia conclusión de que un vampiro había llegado a la ciudad, dando así inicio a la caza tras su cabeza. No cometería ese error ya que hace poco había llegado y no tenía las intenciones de irse en un buen tiempo. Todo lo que tenía que hacer era encontrar un buen lugar en el bosque en donde esconder todo hasta que pudiera volver y quemarlo. El bosque rodeaba todo el pueblo y para cuando los residentes se dieran cuenta de la desaparición de la pareja y se pusieran a buscar, estos serían solamente restos de cenizas.

Había puesto los cuerpos y el basurero de manera que no molestaran la limpieza de la poca sangre en el suelo, se había incluso lavado las manos y la boca para que la sangre no secará en esas áreas, poco después fue nuevamente por los cuerpos y los lanzó al patio trasero del hogar, volvió por el basurero e hizo los mismo sin darse cuenta de lo que estaba hecha la botella ya que, al tocar el suelo, esta rompió estrepitosamente. El rubio se regañó mentalmente, no lo escucharía nadie, pero los trozos de vidrio le darían más trabajo y realmente debería darse prisa si es que quería hacer todo cenizas antes del amanecer. Entró nuevamente a la cocina solo para ver si todo estaba en orden, vio la puerta principal abierta, pero no le dio importancia y sin nada más de que preocuparse se dispuso a irse.

—¿Mamá, papá? — La puerta de una habitación se abrió. —  ¿Santa ya llegó? — Kise se detuvo y giró para ver, encontrándose con un pequeño niño de cabellos negros y ojos azules que sostenía un pequeño oso en sus manos.

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JODER, ME INVADIÓ UN ATAQUE DE INSPIRACIÓN ¿OK?

Les dije que aquel sería el último, pero al recibir una bofetada de inspiración no pude evitar venir corriendo a la PC y escribir esta wea.

Explicaciones:

Como se habrán dado cuenta no es un capitulo normal, es la historia antes de lo que cuenta esta Fic, donde toca específicamente el pasado de Kasamatsu Yukio.

Aclaro que esta clase de capitulo no sobrepasaría las mil palabras, ya que no quiero dar a saber todo de una sola vez.

Incluso ni sé como publicaré este tipos de capitulos, pero el hecho es que estará allí y punto.

Y sin más que dar por este mes, porque estoy segura que será todo. >:v

¡No leemos!

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