Capítulo 16

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—¿Y al final?

—Al regresar solo pude ver como corría desde la puerta. Me retiré del escritorio y vi como ella salía corriendo también.

Se encontraban en el despacho, el pelifresa mirando desde su ventana y el más alto sentado frente al escritorio. Apenas al terminar el cambio de turnos entre los lobos y vampiros ambos se reunieron allí. Luego de cinco minutos aproximadamente, Akashi había relatado el porqué de llevar al novato de la mansión al bosque para hablar.

—¿No sabes lo que te ocurrió?

—No lo sé Shintarou, no recuerdo nada.

—¿Has hablado con ella?

—No he tenido la oportunidad. Había planeado hablar con Furihata Kouki en primera instancia, pero como sabes, no se pudo. — En todo momento había mantenido su mirada fija al horizonte, donde observaba únicamente la barrera que dividía el Reino donde residía con el del Reino vecino. — Pero ahora tengo una prioridad mayor. En el bosque mencionaste que él era un Ser. — Al recalcar lo último, el más bajó observó a su compañero, para luego sentarse en su respectivo sillón.

—Exacto. Mantengo mi autocontrol con la sangre de los humanos y muchos de los Seres existentes, pero este era diferente.

—Entonces, ¿qué es? — Preguntó mirando fijamente, al contrario.

—Si lo supiera ya te lo hubiera dicho. — Akashi tomó aquella respuesta como un insulto a su inteligencia.

—¿No eres tú el que dijo que ya había probado de todo? — La pregunta, que venía cargada con leve sarcasmo, ofendió al peliverde.

—Admito que en el pasado solía salir degustando la sangre de toda especie que se me cruzara, — Comentó sin mirar al pelifresa, para luego ajustar sus gafas y proseguir. — pero eso no significa que haya logrado obtener la sangre de todos los Seres existentes.

—¿Algún motivo en especial?

—Varias. — Mencionó. — Por ejemplo, nunca he probado la sangre de un Omega o un Alfa Imperial, por el hecho de que era suicidio llegar cerca de ellos. Siempre están rodeados de la manada, que los protege a muerte. Y si por alguna casualidad me encontrara con uno de ellos a solas, podrían simplemente arrancarme la cabeza o manipular mi voluntad.

—Ya veo, eras obsesionado pero cauteloso. — Se burló, pero el contrario no se inmutó. — Entonces podría ser uno de esos dos.

—No. Existen más posibilidades. — Explicó. — Tampoco he logrado probar la sangre de un ave Fénix de Fuego, o a un Dragón Rojo u Dorado, ya que estos viven en lo más alto de las montañas, a causa de ello suelen ser solitarios y hostiles.

—¿Alguno más?

—Ninfas, unicornios, hadas, sirenas; en síntesis, aquellos que solo aparecen ante almas puras. — Habló, recordando en el momento el sentimiento que aquellos Seres le habían causado en el pasado. — Y tú especie, claro está. — Ante la mención de lo último, el ambiente cambió.

Algunos segundos de tenso silencio pasaron hasta que Akashi habló.

—Si es solo eso, no será tan complicado, ya que yo mismo no he visto a esos que aparecen ante un alma pura. — Mencionó al recordar el hecho de que no pudo reconocer la especie del castaño a simple vista. — Las opciones son limitadas y no tardaré en averiguar cual de todas es. — Habló con confianza. — Como siempre, fuiste de mucha ayuda Shintarou. Puedes retirarte.

El peliverde se retiró del despacho, dejando solo a la persona con mayor autoridad en la frontera.



(...)



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