Capítulo 25

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La noche llegó y el ambiente se volvió sombrío, la luna llena en la cima del manto negro alumbró toda la extensión del inmenso bosque dejando todo al descubierto.

La última tarea que quedaba pendiente para Yukio a esas altas horas era la de entregar la cena a las dos criaturas que defendían la frontera. Con ayuda de la brillante luna, logró guiarse fácilmente hasta el trozo de tronco dónde siempre era dejado el alimento.

—Deben estar ocupados. — Habló para sí al no ver a su par de superiores en el local.

Retiró de la caja de cartón que traía cuatro pares de paquetes, dos de ellos aparentemente calientes y los otros dos fríos. Kasamatsu suspiró, era su último deber del día y al fin podría irse a la cama.

Estando en ello pudo oír a lo lejos aquel estremecedor sonido que venía haciendo parte de sus pesadillas desde los primeros meses que llegó a la mansión.

—Estúpido espectro. — Maldijo, para después tomar su abrigo y ajustarlo aún más a su silueta. La noche podía ser fascinante, pero la sensación fría del viento lo arruinaba. El pelinegro recogió la caja que trajo y retomó el camino de regreso.

Al salir del bosque pudo divisar a lo lejos a Takao y a Himuro, ambos dormirían juntos a la cabaña del Omega y tomarían turnos esa noche.


(...)


—¿Y esos sonidos?... — Preguntó temeroso Furihata al frente de la habitación de cierto peliazul.

—Es Aomine-sama devorando a sus víctimas... — Susurró tenebrosamente Satsuki cerca del contrario, causando temblores en este.

—Momoi. — La mención fue acompañada de un contundente golpe en la cabeza de la joven.

—¡Auch, Ai-chan! — La pelirosa sobó el lugar afectado y dirigió una mirada molesta a su agresora.

—Deja de asustarlo y sigue el camino. — Exigió, cosa que la de orbes rosa hizo no muy a gusto. Luego de ello Riko observó al castaño que seguía observando la puerta de la habitación con terror. — No te preocupes Furi, esos gruñidos son sólo por... — La castaña calculó bien sus palabras. — intentar liberar el peso en sus hombros. Los lobos en esta época sienten mucho estrés. — Afirmó.

—¿Igual a Kuroko-sama? — Preguntó, recordando los hechos de la mañana.

—Sí, exactamente igual. Ahora regresa a tu habitación, ya es tarde.

Kouki siguió la instrucción de su compañera y fue a por la habitación de los chicos, pero algo lo detuvo a mitad de camino, el cuarto del segundo licántropo.

"Es raro, está en completo silencio..."

Sin ganas de indagar en todo lo que envolviera a sus superiores, simplemente siguió su camino y al llegar a su destino pudo ver a sus compañeros alistándose para dormir.

—Al fin, dormir. — Mencionó Taiga, lanzándose sobre la cama.

—Buenas noches. — Habló Sakurai desde su rincón de la habitación. Este tomó su frazada, cubrió su cuerpo y se acostó.

—Buenas noches... — Mencionó Furihata por lo bajo.

Como aún no veía a Kasamatsu en la habitación, decidió que podría tomarse un tiempo para leer, habían pasado sólo un par de días, pero estaba a poco más de la mitad del libro y no podía esperar por el final.


(...)


Tres con quince de la madrugada, en el bosque se pueden oír a algunos espectros siendo eliminados por un par de vampiros, mientras que en los límites de los árboles y la mansión se puede oír los gemidos y aullidos de un cierto omega en pleno celo.

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