Capítulo 13

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Ambos se encontraban en uno de los bancos que tenía como vista al inmenso laberinto. En ese lugar, detalle por detalle, el castaño relató todo lo que había visto y sentido, teniendo como espectadora a la rubia. Llevado por sus nervios, las palabras que salían de su boca poseían una velocidad inusual, que hicieron que su compañera tuviera que realizar un esfuerzo para entenderlo. Cuando terminó el relato, se instaló unos breves segundos de silencio.

—Oye, no es que no crea en tu historia, pero como lo veo lo que dices es prácticamente imposible. — Kouki la observó sin entender lo dicho por la joven. — Te diré por qué. En primer lugar, Saya es increíblemente floja y desinteresada, incluso más que Murasakibara-sama, por esa razón no habría camino hasta llegar a lo que me cuentas. Segundo, en toda mi instancia aquí pude percatarme que el interés sobre las relaciones de pareja es algo nulo en Akashi-sama, e incluso Kasamatsu mencionó nunca haberlo visto con alguien.

—¡Se lo juro, no es mentira! — Exclamó algo desesperado, no quería ser visto como un mentiroso por alguien que prácticamente no conocía. 

—No es que te esté acusando de mentiroso pequeño, pero-

—No soy pequeño, — Interrumpió a la mayor, al castaño le disgustaban los apodos. — mi nombre es Furihata Kouki.

—Bien, Furihata. No sé lo que haya ocurrido allí, pero la imaginación a veces se sale de control e interpreta las cosas de manera indebida. No creo que sea exactamente como lo cuentas. — El contrario solo demostró un semblante decaído al ver la falta de credibilidad que tenía la mayor en sus palabras. — Además de que hay otro problema...

—¿Cuál?

—Kasamatsu no se encuentra bien y no podrá seguir con la limpieza.

—¿Entonces tendré que volver a la habitación de Akashi-sama y limpiarlo yo solo? — Con el simple hecho de imaginarlo, al castaño le volvió a entrar el pánico.

—Te diré lo que haremos, iré a limpiar toda la habitación de Akashi-sama yo y tú puedes quedarte aquí afuera. Despeja tu mente y tranquilízate, incluso tus manos aún tiemblan. — Señaló la joven. — Te llamaré cuando vaya a limpiar la siguiente habitación.

—¿No será una molestia? — Habló algo decaído ya que en todo lo que llevaba del día solo parecía acarrear problemas.

Alexandra simplemente le sonrió.

—Puede que no te conozca, pero ya me caíste bien con solo ver ese rostro bonito. — La mayor atrapó al castaño a un abrazo completamente incómodo, ya que el más joven tuvo su rostro hundido en los pechos de la rubia, logrando un notable sonrojo él. — Y una última cosa, —La rubia sostuvo al menor por los hombros. — mencionaste el hecho de que Murasakibara-sama te ayudó y que se lo devolverías con dulces, — Furihata asintió. — No lo hagas, está prohibido y él lo sabe.

En ese momento Kouki comenzó a dudar de la fiabilidad de su jefe, tal vez incluso, de la de todos sus jefes.




(...)





La pelirosa se había fugado de sus deberes por unos cuantos minutos, incluso había logrado burlar a la rigorosa Riko para poder dirigirse a la habitación del moreno.

Al llegar abrió la puerta de manera estruendosa y como consecuencia a esto fue recibida con un impacto en el rostro gracias a la almohada lanzada por su compañero de la infancia.

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