87

867 125 8
                                    


2030

Los hombres alrededor de Samuel, y Samuel, soltaron un quejumbroso gemido cuando el pase a gol salio desviado.

Estaba en el supermercado, viendo el partido de su selección en una de las televisiones de muestra junto con al menos otros diez hombres, todos con su carrito de compras frente a ellos. 

Él había ido solo con los niños, pues Guillermo se había quedado en cama enfermo de fiebre y aunque Samuel había querido quedarse a cuidarlo, Guillermo lo había corrido con un las compras no se harán solas, Samuel, la alacena se esta vaciando y no podemos pos-ponerlo más y aparte no quiero enfermar a los niños.

Y entonces ahí estaba Samuel, viendo el fútbol.  

Todos contuvieron el aliento cuando el arbitro marco penal a favor de su equipo y soltaron vítores cuando el balón cayo dentro de la portería.

-Hola- dijo sin perder dato del partido cuando su celular sonó.

-Hola- escucho la gangosa voz de Guillermo - ¿Cómo están mis amores?- Samuel casi podía ver la sonrisa en el rostro de su esposo.  

-Estoy bien, viendo el partido- la risa de Guillermo le llego desde el otro lado de la linea.

-¿Y mis bebés?  

-Aquí están, mirando el fútbol con su padre- dijo con orgullo, mirando a su lado, a un lugar vacío-. Ah, eh, oye, el partido se esta poniendo muy interesante, te dejo, nos vemos al rato. Besos- colgó antes de que Guillermo dijera nada y dándole una ultima mirada al televisor, empujo el carrito, listo para encontrar a sus pequeños y desobedientes revoltosos.  

Samuel sabia que solo había tres lugares donde podían estar; el pasillo de las galletas, el de los helados o donde los juguetes, así que fue a la que le pareció más probable.

-¡Papá!- grito Séptimo cuando lo vio y con una enorme sonrisa arrastro una bolsa transparente llena de legos hasta llegar junto a él- Quiedo estos.  

-¿A si?- Samuel lo miro con una ceja alzada y los brazos cruzados, una sonrisa tirando de sus labios- ¿Y como los vas a pagar?

Séptimo entonces comenzó a morderse el labio inferior, viendo de los legos a Samuel y viceversa, de pronto parecía mortificado.  

-¡Yo quiero esto!- grito Zeus corriendo hacia ellos, levantando la caja de un carro a control remoto. Sonreía y Samuel pudo ver los espacios vacíos donde deberían estar sus dientes incisivos.

-Ponlo en el carrito, chaparro- no le podía decir que no a esa sonrisa sin dientes.

Miro con una enorme sonrisa como su hijo mayor ponía la caja dentro del carrito y entonces volvió a centrar su vista en el menor, que también lo miraba.  

-Papá ¿me das dinedo?

Samuel no pudo evitar reír y poner la bolsa de legos en el carrito.

-Si, vamos, yo te presto.  








Torpe||Wigetta||AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora