Manipulable [Cyrus y TJ]

Debilidad

Había transcurrido un mes completo, desde que Cyrus le confesó a TJ su amor unilateral por Jonah, ahora tanto él, como Buffy y Andi sabían su secreto, y no era que Cyrus quisiera que su nuevo amigo supiera su gran secreto, pero aquel día en que le dijo todo, no estaba en su mejor momento y no supo medir las consecuencias de sus actos, pero bueno, también confiaba en TJ, no tanto como lo hacía en sus amigas pero este último había mostrado ser de fiar al no contar nada al respecto a alguien más.

Lo único malo de aquello, era la actitud bipolar, que tenía el capitán del equipo de básquet con él; a veces era el mismo de siempre y otra veces parecía el diablo mismo.

Cyrus a veces quería alejarse de él porque pensaba que era lo mejor, pero no podía, algo nuevo lo ataba a aquella persona, y ese algo era su secreto, porque sabía que su amigo no lo traicionaría pero a la misma vez, temía que TJ fuese a hacerlo y contará aquello que había ocultado lo más que había podido. Era verdad que no había recibido amenaza alguna por parte de él pero su actitud bipolar dejaba mucho que desear y Cyrus no deseaba tentar a la suerte.

—Iremos a ver una película, y debes venir—dijo una muy entusiasmada Buffy.

—No lo sé, Buffy, dentro de una hora  me toca ver a mi terapeuta y no debo llegar tarde.

—¿Cyrus bromeas? Tu terapeuta es tu madrastra, llama y dile que no puedes ir.

Para su querida amiga, todo parecía ser tan sencillo, mientras que para él era tan difícil absolutamente todo; tener que lidiar con sus sentimiento por Jonah, a la vez que tenía que lidiar con la relación que tenía este con su gran amiga, sin quitarle importancia al hecho de tener que plantearse en serio su sexualidad, ¿Y si todo aquello no era más que una etapa? ¿Y si arruinaba todo por una etapa pasajera en su vida? ¿Y si no era el caso y realmente era capaz de amar a alguien de su mismo sexo? Él no sabía la respuesta, y sabía que hallarla le llevaría tiempo. Simplemente era un chico de catorce años, con la mente revolucionada y sin la más mínima idea de qué hacer.

Y optó por la peor idea, sin saberlo: imponer la felicidad de los demás por encima de la suya y permitir que segundas personas manejen su vida.

—No puedo hacer eso—y sin decir más se marchó, dejando a su amiga muy descontenta, pero es que realmente necesitaba que alguien lo escuchará y sabía que esta vez no podía contar con sus amigas para algo como aquello. Necesitaba ayuda profesional como la que le brindaban sus papás.

Después de guardar sus libros en su casillero, se dirigió al baño. Era bueno, que en ese momento el receso de cinco minutos terminará y que todos debieran volver a clases, realmente no quería cruzarse con nadie en ese momento.

Y al entrar al sanitario, se encontró con quien menos quería.

—¿También te fastidia la anciana de historia? —Cuestionó en tono de broma el de ojos verdes, refiriéndose a una de las profesoras que dictaba la clase de historia en el colegio.

Cyrus lo miró, a través del espejo que tenía enfrente.

—¿No es algo tonto ocultarse en el baño?

TJ sonrió.

—Si—se acercó detrás de él, hasta que la  distancia entre ambos fue nula—pero se te olvida que conozco tu rutina de memoria…

—¿Y eso qué?

—Bueno, supongo que este es el momento en donde, antes de ir con tu psiquiatra, entras aquí a llorar por lo miserable que es tu vida y por lo estúpido que eres al haberte fijado en alguien que ni volviendo a nacer se fijaria en ti.