Capítulo XXII "Miedos"

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Bella POV:

El hecho de ser personas con el cien por ciento de nuestras facultades o "normales" como algunos dirían; no nos hacía capaces de entender como trabajaba la mente de alguien como Edward. Quien veía al mundo a su manera. La cual parecía ser tan sencilla que como nosotros estamos acostumbrados a complicarlo todo, no podíamos comprenderla.

A falta de una respuesta satisfactoria para él de cualquiera de los lados implicados, Rose decidió comenzar a hablar sobre sus clases de piano. Noté que aunque algo le inquietaba; tenía el ceño fruncido como cuando está preocupado por algo; siguió el ritmo de la conversación con su profesora/futura madre de su sobrino.. Entonces decidí darles su espacio e irme hacia otro punto de la casa.

Me dirigí a la biblioteca e hice uso de uno de los privilegios que tenía en aquella magnífica casa: tener acceso ilimitado a los libreros de los Cullen. Últimamente, trataba de sacar provecho de los avances de Edward provocados por la nueva asesoría de estaba recibiendo; de la cuál hablaría más adelante; de cómo funcionaba su capacidad de análisis con respecto a la comprensión lectora. Y allí fue cuando un pensamiento que tenía tiempo rondando en mi mente me golpeó en la cara sin que pudiese evadirlo: Mi ángel pronto no necesitaría más una enfermera.

Me estremecí de terror y casi dejo caer al suelo Cumbres Borrascosas. Lo atrapé contra mi pecho como si así pudiera exorcizar mi miedo. Mi misión en casa de los Cullen estaba cerca de su fin. Demasiado cerca como para que me fuese grato. Y esa no era suposición, sino una certeza cuando se veía al paso en que iba evolucionando Edward.

—¿Bella, estás bien? —Emmett cortó el hilo de mis pensamientos tan abruptamente que hizo que respingara del susto. —Lo siento no quería asustarte.

Por un momento no pude evitar preguntarme sobre dónde se había ido el galán que siempre tenía un brillo de picardía en su mirada. Ante mí solo tenía a un hombre con tormento en sus ojos. Se notaba en las ojeras que ahora los rodeaban que no estaba descansando bien. Y no era para extrañarse en lo absoluto. Por lo visto su relación con Rosalie no era lo que se podía decir "normal" si es que había algo entre ellos a estas alturas. Y lo que era más grave; ahora había un embarazo que de alguna manera los iba a vincular para toda la vida por medio de ese hijo. ¡Mierda, pobre Emmett!

Le sonreí con ternura.

—Tranquilo, Em. Es solo que estaba perdida en mis pensamientos. —señalé un sofá de cuero que pegado a una pared a mi espalda con mi pulgar. —¿Quieres hablar un poco?

—¿De qué? —sonrió con sorna. —Sinceramente ahorita no tengo nada positivo que conversar con nadie, Bella. No soy una compañía estimulante.

—Quizá necesitas hablar... —seguía tenso así que dudé. —o no.

Me encogí de hombros y clavé la vista de nuevo en los libros. No quería que Emmett pensara que andaba de entrometida, interesada en todos los últimos detalles morbosos de su vida.

—Lo siento. —el cuero del mueble se estremeció cuando se sentó. Me giré a verlo. —No sé donde tengo la cabeza, mucho menos los modales. —y por primera vez se mostró tímido. —Siéntate, Bella...eh...si quieres, claro está.

Caminé con la tercera edición de mi libro favorito forrado en cuero y que seguramente costaba unos...mejor tomaba asiento sin pensar en tonterías "obscenamente costosas" que me harían sentir incómoda. Me senté con un puesto de por medio pero con el cuerpo en dirección a él. Esperé en silencio a que comenzara a hablar sobre lo que quisiera cuando estuviese listo.

—¿Sabes una cosa, Bella? Cuando volví a la casa fue porque quería paz. Deseaba tener esa tranquilidad que transmite el estar en familia y no ese ajetreo típico de un playboy adicto al trabajo. Definitivamente no fue eso lo que conseguí: Me encapriché contigo a la misma vez que tuve que lidiar con un hermano menor sorprendentemente territorial. Y en mi intento por apartarme de ambos, sin entender el peso de lo que hacía—Emmett se sonrojó. ¡Ay Dios mío que no diga lo que creo que va a...! —...estuve con Rosalie y me comporté terrible. Nunca fui un caballero, Bella, pero jamás había utilizado a una mujer como lo hice con ella. Y eso me pesa en la conciencia cada puto día y cada puta noche.

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