Capítulo XXI "Desafíos"

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Emmett POV:

¡Viernes de mierda! ¡Día de mierda!

No había logrado concentrarme ni en un cincuenta por ciento frente a las litigaciones que tenía en mis narices. Nada que no fuesen las palabras Rosalie y Padre podían llamar mi atención lo suficiente. Es que ¿Qué clase de padre podría ser para una criatura inocente? Estaba especializado para las disputas legales y para llevar la perfecta vida de un playboy. Pero ahora ya no había vuelta atrás. Rose estaba embarazada de mi bebé y no dejaría que ella recorriera ese camino sola. Aunque se empeñase con toda esa tenacidad que le caracterizaba.

Y más te vale que no lo intentes, Rosalie. No sabes lo obstinado que puedo llegar ser cuando algo me importa.

Las palabras que le había dicho más temprano en su casa no dejaban de resonarme en la cabeza una y otra vez. Ella era terca. Yo también lo era. Menuda combinación de padres seríamos. Pobre criatura. Lo que lo estaba esperando de este lado no era muy prometedor por ahora.

Hacia el final de la tarde le pedí a Lauren que cancelara el resto de mis compromisos. Necesitaba escapar con urgencia de esas cuatro paredes blanquísimas que comenzaban a hacerme sentir claustrofóbico.

—¿Te sientes mal, Emmett? —preguntó solícita cuando le dije que me iría temprano de la oficina ese viernes.

—Descentrado diría yo. Pero aquí no lo voy a lograr y comienzo a desesperarme. Llama a la señora Spencer y dile que nuestra reunión sobre la manutención será aplazada para el lunes.

—El lunes tienes está repleto en tu agenda. Tienes la primera presentación en el tribunal por el caso Green, luego un almuerzo con el fiscal de Portland: el doctor Jameson y finalmente dos reuniones con nuevos clientes. No hay forma de acomodarla a ella ese día.

Lauren era tan eficiente que a veces se me parecía más a una máquina organizadora o un calendario de actividades parlante en vez de una asistente personal.

Asentí extenuado de nada más escuchar la agenda.

—Entonces consíguele puesto lo más cercano posible.

Tecleó en la computadora y me miró por encima de sus gafas.

—El martes hacia el final de la tarde...

—Bien. Que sea el martes. —la corté y me dirigí a la puerta.

Sé que la había dejado confundida pero no tenía más ganas de conversar.

—Emmett ¿Ocurre algo grave? —su voz sonaba sinceramente preocupada.

Me giré para tranquilizarla lo máximo posible. Al fin y al cabo, se lo merecía. Era demasiado considerada como para dejarle pensando que podía haber cometido algún error que pondría su trabajo en peligro o algo por el estilo.

—Es algo importante, Lauren. Algo que yo... no me esperaba. —y me sorprendí a mí mismo cuando mi voz se dulcificó. —Pero no puedo decir que es algo "grave". Eso sería verlo como algo "negativo".

No le di chance para que se hiciera más conjeturas, así que solo me despedí y cerré la puerta antes de que cualquier pregunta saliera de su boca. Podía apreciar a mi personal de gran manera, pero me negaba a compartir mi vida privada con ellos. Me gustaba mantener esa parte lo más alejada de mi trabajo por sanidad mental.

Manejé hasta mi casa con prisa y cuando llegué a esta, traté de no encontrarme con nadie. Cerré la mi habitación, dejé el maletín al lado de la puerta, me deshice de la corbata en dos tirones y la tiré a cualquier parte. Suspiré de alivio cuando sentí el impacto del colchón en mi espalda y me coloqué un brazo sobre los ojos.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora