Capítulo I IMPOSIBLE...PERFECTO...DESGARRADOR.

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<<Primer día de trabajo con un cliente influyente y llego tarde...>>

<<Si fracaso en este intento o dejo una mala impresión puedo irme despidiendo de mi buena reputación profesional...>>

Estos eran los pensamientos que cruzaban mi mente mientras iba de camino a la casa del doctor Cullen.

Su doctorado no era en salud sino en materia de leyes. Dueño del bufete más prestigioso en Forks y uno de los abogados más implacables del estado de Washington. Al menos eso fue lo que me comentó mi amiga Ángela, que trabajaba en la misma institución en la que yo lo hacía hasta hace poco.

Cuando por fin llegué a la dirección indicada, me encontré con una opulenta casa de tres pisos. Rodeada de bosques; cosa que en Forks no es extraña; y de jardines cuidados con mucha dedicación.

Bajé de mi camioneta vieja y leal Chevrolet para dirigirme a la puerta de tan magnífica mansión. Alguien se acercó a la puerta y la abrió mientras yo descendía del camión y me enrumbaba a la casa. Era una mujer de rasgos finos. Muy hermosa, con el cabello color caramelo y ondulado suave hasta los hombros.

Me sonreía gentilmente desde la entrada y por sus ropas me di cuenta que no era precisamente la ama de llaves.

-Buen día. -dije apenada. -Disculpe la tardanza.

-Buen día. No se preocupe, apenas se retrasó cinco minutos. Eso le ocurre a cualquiera.

Su tono era amable, no pude encontrar ni una pizca de ironía en sus palabras.

-Es la primera vez que me ocurre. ¡Qué buen debut! -resoplé molesta conmigo misma.

- Ya le dije que no se preocupe. -me indicó con la mano que me dirigiera a una sala de estar.

La misma estaba exquisitamente amoblada con inmobiliario de líneas contemporáneas en color blanco a juego con el entorno. Todo de una decoración estilo minimalista impecable. Una hermosa lámpara de estilo araña guindaba del techo. Cientos de hermosos cristales pendían de la misma.

-Tome asiento, por favor. -me ordenó con suavidad la tan cálida mujer. -Mi esposo dijo que usted está altamente recomendada por los especialistas del Saint Gabriel's Specials Children Hospital.

Asentí más tranquila debido a lo comentado por el mismísimo doctor Cullen.

-Sí. Estuve con ellos hasta hace dos meses. Entré allí apenas me gradué de la escuela de enfermería; o sea unos cuatro años. -mi seguridad en materia laboral debería tratar de irradiarla hasta la personal.

Se llevó una mano a la cabeza en gesto de mortificación.

-No sé en donde tengo la cabeza. Mi nombre es Esme Cullen. Y aún no le he preguntado ese mismo detalle ¿No es cierto? -me encogí de hombros restándole importancia a la situación.

-Soy Isabella Marie Swan. -respondí con tranquilidad.

- ¿Qué edad tienes, Isabella?

-Bella, por favor. Si no es mucha molestia.

Se rió de mi aclaratoria y lamenté haberlo hecho.

-Bueno....Bella. -concluyó.

-Veintidós. -respondí algo tarde a sus pregunta.

Pareció gratamente sorprendida.

-Eres muy joven para llevar cuatro años de carrera profesional.

-Me promovieron dos veces en secundaria. Y no he perdido tiempo desde entonces. -aclaré rápidamente sus dudas.

-Oh. Eso es grandioso. Tienes dos años menos que Edward; pero no representa ningún problema para nosotros. Él es mi hijo menor, y quién necesita de tus atenciones. Aunque me parece que si lo ves por ti misma podrías hacerte una idea del estado en que se encuentra. -dijo de una manera tan sombría. Como si tuviese una larga cuota de decepciones a cuestas.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora