|twenty five|

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Desgraciadamente, los profesores parecían pensar lo mismo que Hermione. Dieron tantos deberes que las vacaciones de Pascua no resultaron tan divertidas como las de Navidad.

Era difícil relajarse con Hermione al lado, recitando los doce usos de la sangre de dragón o practicando movimientos con la varita. Quejándose y bostezando, Harry, Vega y Ron pasaban la mayor parte de su tiempo libre en la biblioteca con ella, tratando de hacer todo el trabajo suplementario.

—Nunca podré acordarme de esto —estalló Ron una tarde, arrojando la pluma y mirando por la ventana de la biblioteca con nostalgia.

Era realmente el primer día bueno desde hacía meses. El cielo era claro, y las nomeolvides azules y el aire anunciaban el verano.

—¡Ron! —chilló Vega, ganándose las miradas de la biblioteca y que la callaran. Ron al arrojar la pluma le dio en el pergamino de Vega, quien ya había acabado—Maldicion, ya lo habia acabado —mumuro Vega entre dientes.

Harry, que estaba buscando «díctamo» en Mil hierbas mágicas y hongos no levantó la cabeza hasta que oyó que Ron decía:

—¡Hagrid! ¿Qué estás haciendo en la biblioteca?

Hagrid apareció con aire desmañado, escondiendo algo detrás de la espalda. Parecía muy fuera de lugar; con su abrigo de piel de topo.

—Estaba mirando —dijo con una voz evasiva que les llamó la atención—. ¿Y vosotros qué hacéis? —De pronto pareció sospechar algo—. No estaréis buscando todavía a Nicolás Flamel, ¿no?

—Oh, lo encontramos hace siglos —dijo Ron con aire grandilocuente—. Y también sabemos lo que custodia el perro, es la Piedra Fi...

—¡¡Shhh!! —Hagrid miró alrededor para ver si alguien los escuchaba. Mientras Vega pateaba a Ron en la pierna por abajo de la mesa—. No podéis ir por ahí diciéndolo a gritos. ¿Qué os pasa?

—En realidad, hay unas pocas cosas que queremos preguntarte —dijo Harry— sobre qué cosas más custodian la Piedra, además de Fluffy...

—¡SHHHH! —dijo Hagrid otra vez—. Mirad, venid a verme más tarde, no os prometo que os vaya a decir algo, pero no andéis por ahí hablando, los alumnos no deben saber nada. Van a pensar que yo os lo he contado...

—Te vemos más tarde, entonces —dijo Harry.

Hagrid se escabulló.

—¿Qué escondía detrás de la espalda? —dijo Hermione con aire pensativo.

—¿Creéis que tiene que ver con la Piedra?

—No lo creo —contestó Vega—. No se arriesgaría así tan fácil.

—Voy a ver en qué sección estaba —dijo Ron, cansado de sus trabajos.

—Oye, Harry... ¿Me prestas tinta?

—Claro —contestó Harry con una sonrisa.

Vega agarro el bote de tinta de Harry para volver a escribir su trabajo. Ron regresó un minuto más tarde, con muchos libros en los brazos. Los desparramó sobre la mesa.

—¡Dragones! —susurró—. ¡Hagrid estaba buscando cosas sobre dragones! Mirad estos dos: Especies de dragones en Gran Bretaña e Irlanda y Del huevo al infierno, guía para guardianes de dragones...

—Hagrid siempre quiso tener un dragón, me lo dijo el día que lo conocí —dijo Harry.

—Demonios... Eso no esta bien —murmuro Vega.

—Va contra nuestras leyes —dijo Ron—. Criar dragones fue prohibido por la Convención de Magos de 1709, todos lo saben. Era difícil que los muggles no nos detectaran si teníamos dragones en nuestros jardines. De todos modos, no se puede domesticar un dragón, es peligroso. Tendríais que ver las quemaduras que Charlie se hizo con esos dragones salvajes de Rumania.

Vega en Hogwarts: la piedra filosofal [VEH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora