16- Haciendo tratos

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Todo parecía ser una noche de tranquilidad en el acantilado donde vivía Parsley. No fue así hasta que sus impulsos en la cabeza por secuelas de la reanimación nerviosa lo hicieron despertar descontroladamente en su fase 2.

—¡Hahhhhh!

Atormentado por el problema, se frustraba tocando su cabeza por no entender porqué le pasaba esto cada que despertaba. Gruñía de dolor, su cabeza retumbaba por el enorme esfuerzo que lo ponía en ese estado

—¡Grragh! ¿¡Porqué me sucede esto!?

Se trataba de relajar volviendo a su forma base, respirando más tranquilo para poder calmarse.

—Ahhh... Maldición. Esto nunca acabará.

Caulifla ni se inmutó por el tremendo ruido que hizo al transformarse, estaba profundamente dormida todavía, solo la miraba respirando tranquilamente en su largo sueño.

—Al menos alguien duerme...

El saiyajin se levantó yendo a la orilla, los espasmos en su cabeza no lo dejaban pensar claramente, buscaba mirando al horizonte como si la respuesta a sus preguntas le fueran a caer del cielo de milagro, pero nada es así.

—Debe haber una explicación a todo esto, hasta el más mínimo detalle...

Minutos después, la noche seguía su curso, una fogata, varios trozos de carne y pescados asados ensartados en varas era lo que aguardaba a los saiyajin.
Por el lado de Caulifla, ya comenzaba a despertar percibiendo el delicioso olor de la comida frente a ella, se veía muy apetitosa. Se sentó sobre el césped relamiéndose sin poder esperar más para deborar todo a su paso, pero notó que algo faltaba, y era Parsley. Se dio cuenta de que el guerrero del hiper sueño estaba de pie a orillas del acantilado, ya puesto con su atuendo completo. Caulifla se sorprendía de ver que Parsley sí era capaz de sobrevivir solo, aunque para un saiyajin cocinar algo de manera salvaje es más sencillo de lo que parece, pero para Caulifla era una maravilla además de saber que no se iba a morir de hambre y menos si Parsley la iba a alimentar en ese momento.

—Vaya, no es tan tonto como parece.

Fue hacia Parsley mientras de paso tomó un trozo de carne para irse comiendo, lo disfrutaba como si fuera lo ultimo que iba a poder comer en toda su vida, el exausto enfrentamiento la hizo caer rendida al final del día.

—Oye... ¡Ummm!, ¡esto sabe bien!
Será mejor que aproveches o me lo voy a comer todo.

Parsley no respondió, siguió en su inquietante silencio mirando la lejanía. Caulifla iba a morder su carne de nuevo pero se detiene que algo raro pasaba en el saiyajin.

—Oye, te estoy hablando, ¿ahora qué te...?

—Ya comí.

—¿Mmm? ¿Ahora qué te pasa?

—Nada, estoy bien.

Caulifla se daba cuenta de como mentía, vio como su puño izquierdo lo cerraba con fuerza que hasta sus venas le saltaban. Trató de llamar su atención una vez más, Caulifla le acerca su trozo de carne frente a la cara esperando que se anime a comérselo a ver si tal vez cambiaba de parecer.

—¿Seguro que no quieres?

—No... Eso es tuyo.

—Bien, bien, si tú lo dices. No te voy a insistir.

Se resignó mirando la comida, volviendo a comérsela de todo a todo sin dejar siquiera un pedazo pequeño luego de sacudir las manos.

—No vengas llorando a mí después diciendo que no te invité.

Parsley. Saiyajin Después Del HipersueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora